¿Cómo congelar y descongelar células?
Para la congelación de células, el hielo seco o el nitrógeno líquido son esenciales, sobre todo para transportes prolongados. La descongelación requiere un baño de agua a 37°C hasta la completa fusión del criovial, evitando variaciones bruscas de temperatura para preservar la viabilidad celular.
Criopreservación Celular: Un Baile con el Frío y el Calor
La criopreservación, el arte de congelar y descongelar células sin comprometer su viabilidad, es crucial en diversas áreas, desde la investigación biomédica hasta la medicina reproductiva. Este proceso, aparentemente sencillo, requiere una precisión milimétrica para evitar la formación de cristales de hielo intracelulares que podrían causar daño irreparable a las células. El éxito reside en un equilibrio delicado entre la velocidad de congelación y la velocidad de descongelación.
El Arte de la Congelación: Una Despedida Controlada
La congelación de células no es simplemente meterlas en un congelador doméstico. Para preservar la integridad celular, es indispensable el uso de crioprotectores, sustancias que reducen la formación de cristales de hielo al disminuir el punto de congelación del agua intracelular. Estos crioprotectores, como el dimetilsulfóxido (DMSO) o el glicerol, actúan como “anticongelantes” celulares, permitiendo una congelación lenta y controlada.
El proceso generalmente implica una reducción gradual de la temperatura, a menudo utilizando un congelador programable que permite un descenso lento y uniforme de la temperatura, habitualmente a una velocidad de -1°C por minuto. Este descenso gradual permite que el agua salga de las células antes de que se congele, minimizando la formación de cristales de hielo intracelulares que podrían perforar las membranas celulares.
Una vez que se alcanza una temperatura suficientemente baja (-80°C o inferior), las células se pueden almacenar a largo plazo en congeladores de ultracongelación o, para transportes prolongados o almacenamiento a muy bajas temperaturas, en nitrógeno líquido (-196°C). El nitrógeno líquido, gracias a su bajo punto de ebullición, proporciona una estabilidad térmica excepcional. El hielo seco, aunque útil para transportes cortos, presenta limitaciones debido a su sublimación (cambio de estado sólido a gaseoso). Por lo tanto, el uso de nitrógeno líquido se considera el estándar de oro para el transporte y almacenamiento a largo plazo.
El Despertar: Una Descongelación Suave
La descongelación es tan crucial como la congelación. Un calentamiento rápido puede causar la formación de cristales de hielo intracelulares y el daño de la membrana celular, llevando a la muerte celular. La descongelación debe ser rápida, pero suave.
El método más común implica sumergir el criovial (recipiente de almacenamiento) en un baño de agua a 37°C, con agitación suave, hasta que el contenido esté completamente descongelado. Es fundamental monitorizar la temperatura del baño de agua y evitar variaciones bruscas, asegurando una descongelación homogénea. El proceso debe ser lo más rápido posible para minimizar el tiempo de exposición a temperaturas que podrían dañar las células, pero sin llegar a provocar un choque térmico. Una vez descongelado, las células deben procesarse inmediatamente, siguiendo protocolos específicos para cada tipo celular, con el objetivo de eliminar el crioprotector y prepararlas para su uso.
Conclusión:
La criopreservación celular es una técnica sofisticada que requiere precisión y control. La elección de los crioprotectores, la velocidad de congelación y descongelación, y el método de almacenamiento son factores cruciales para asegurar la viabilidad y funcionalidad de las células tras el proceso. Dominar estas técnicas es esencial para avanzar en la investigación y el desarrollo en numerosos campos científicos y médicos. La comprensión de los principios básicos de la criopreservación es clave para garantizar el éxito de este procedimiento vital.
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