¿Cómo desintoxicar el cuerpo de tanta azúcar?

¿Cómo desintoxicar mi cuerpo del azúcar?

¡Uy, el azúcar! A mí también me ha dado dolores de cabeza. ¿Desintoxicar el cuerpo del azúcar? A ver, lo que me ha funcionado a mí, y ojo, cada cuerpo es un mundo, es beber agua, ¡mucha agua! Simple, pero efectivo.

El agua ayuda a que la sangre no esté tan “espesa” por el azúcar, y eso me da tranquilidad, ¿sabes? Además, siento que me quita un poco las ganas de picar cosas dulces.

En serio, las bebidas azucaradas son una trampa. Recuerdo una vez, en verano, en Valencia (15/07/2018), me compré un granizado pensando que era lo más refrescante del mundo. ¡Error! Al rato tenía más sed y unas ganas locas de algo dulce.

Así que, agua, agua, agua. Pruébalo, ¡a ver qué tal te va! A mí me ayuda a no sentirme tan culpable después de un atracón de chocolate. Jaja.

¿Cuánto tiempo se tarda en desintoxicarse del azúcar?

¡Ay, madre mía, desintoxicarse del azúcar! ¿Eso qué es, una tortura medieval? Pues, según dicen los que saben (y los que venden batidos detox), el mono de azúcar dura menos que un culebrón turco.

• En menos de un día: El azúcar se esfuma del torrente sanguíneo como mi paciencia cuando hay fila en el super. ¡Zas! Desaparece.

• Entre 3 y 5 días: Tu hígado, ese órgano que parece un hígado (¡qué original!), empieza a quemar grasa. Como yo intentando entrar en mis vaqueros de hace 10 años. ¡Cetosis a tope!

Datos extra para flipar:

• El azúcar es como mi ex: Al principio dulce, luego amarga.
• Desintoxicarse es como limpiar el trastero: Duele, pero al final te sientes liberado. (Y encuentras cosas raras, como fotos de cuando llevabas hombreras).
• Si te entra el antojo: ¡Cómete una zanahoria! ¿Que no es lo mismo? ¡Pues aguántate, campeón! O cómprate un bote de miel y disfruta un poco. ¡Un poquito!
• Yo lo intenté una vez: Duré como dos horas. Luego me comí un donut. ¡Quién me manda ser tan débil!
• Mi abuela decía: “Lo que no mata, engorda”. ¡Sabia era la vieja!

¿Qué es bueno para eliminar azúcar del cuerpo?

Eliminar el azúcar del cuerpo es como deshacerse de un fantasma en una fiesta: requiere estrategia, astucia y quizás un exorcismo alimenticio.

• Dieta equilibrada, peso ideal y ejercicio constante: La santísima trinidad de la salud. Como decía mi abuela, “más vale moverse que hincharse”.

• Monitorear el azúcar: Un espía en el reino dulce. Ojo avizor a qué alimentos nos hacen bailar el azúcar como si no hubiera mañana.

• Comer con horario: Regularidad, ese aburrido pero efectivo amigo. Como los trenes suizos, pero para el estómago. ¡Que no se te escape el desayuno!

• No saltarse comidas: El ayuno intermitente está de moda, pero si eres de los que se transforman en Godzilla hambriento, mejor ni lo intentes. Yo una vez, por saltarme la merienda, casi le arrebato un bocadillo a un niño. No es una experiencia que recomiende.

Es como intentar tocar el violín con guantes de boxeo: complicado. Pero no imposible.

Datos curiosos para endulzar (irónicamente) el tema:

• El azúcar, ese gran seductor, se esconde en lugares insospechados. ¿Sabías que algunos aderezos para ensalada tienen más azúcar que un donut? ¡Traición!

• Hacer ejercicio no solo quema calorías, sino que también mejora la sensibilidad a la insulina. ¡Doble victoria!

• El estrés puede elevar el azúcar en sangre. Así que, respira hondo y recuerda que el mundo no se va a acabar… a menos que se acabe el chocolate. En ese caso, ¡sálvese quien pueda!

¿Cómo puedo desentoxicar mi cuerpo de tanto dulce?

Para desintoxicarte del azúcar, toma agua, mucha agua.

Uf, qué te digo. Hace un tiempo, yo vivía a base de donas y Coca-Cola. En serio, para desayunar, una dona de chocolate; para almorzar, otra con un refresco tamaño familiar. Era adicta. No lo veía, estaba ciega. Creía que no me afectaba, que mi metabolismo era invencible. ¡Qué equivocada estaba!

Un día, me dio un mareo horrible en la oficina. Era un viernes por la tarde, justo antes de irme a casa. Sentí que el mundo daba vueltas y me sudaban las manos. ¡Qué miedo pasé!

Me hicieron análisis y ¡Bum! Pre-diabetes. El doctor me regañó feo. Me dijo que tenía que cambiar mi estilo de vida o me iba a arrepentir. Fue como un balde de agua fría.

Entonces, empecé a tomar agua, como si no hubiera un mañana. Al principio me costaba muchísimo. ¡El agua no sabía a nada! Pero poco a poco me fui acostumbrando. Llevaba siempre una botella conmigo y trataba de tomarla a cada rato. También empecé a comer ensaladas y verduras, ¡qué horror al principio!

Ahora, tomo agua todo el día. Cuando me dan antojos de algo dulce, tomo un vaso de agua fría y casi siempre se me pasa. Increíble, pero real.

Algunas cosas que me ayudaron:

• Tener siempre una botella de agua a la vista.
• Añadirle rodajas de limón o pepino al agua para darle sabor (¡truco!).
• Llevar snacks saludables (fruta, nueces) para evitar tentaciones.
• Empezar poco a poco, no querer cambiar todo de golpe.
• Buscar apoyo en amigos o familiares.
• No rendirme, aunque a veces sea difícil. ¡Se puede lograr!
• Tomar agua ayuda a rehidratar y reducir los niveles de glucosa.

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