¿Cómo quitar lo nervioso rápidamente?

Ah, los nervios… ¿Quién no los ha sentido alguna vez, verdad? A mí me atacan sobre todo antes de una presentación importante, o cuando tengo que hablar con alguien… complicado. Pero, ¿cómo hacemos para calmarlos, así, ¡rápido!? Porque esperar a que se vayan solos… ¡uf, qué tortura!

A ver, lo primero que siempre intento (y a veces se me olvida, ¡lo confieso!), es respirar. Sí, ya sé, suena a cliché, pero es que funciona. Imagina que eres un globo que se infla y se desinfla… pero lento, eh, ¡nada de hiperventilar! Inhalo profundo… exhalo despacio… ¿Notas cómo el pecho se relaja un poquito?

Luego, a veces me doy cuenta de que estoy hecha un nudo, ¿no les pasa? Los hombros tensos, la mandíbula apretada… Un horror. Entonces, trato de relajar cada parte, como si fuera un muñeco de trapo. ¿Por qué nos tensamos tanto? ¡Qué manía!

Y lo último, y quizás lo más difícil, es intentar centrarme. En ese momento, en lo que estoy haciendo. A ver, es fácil decirlo, pero la mente empieza a volar: “¿Qué dirán?”, “¿Y si me equivoco?”, “¿Y si…?” ¡Basta! Intento enfocarme en la tarea, en lo que tengo delante. Por ejemplo, si estoy a punto de hablar, me concentro en mis primeras palabras, en lo que quiero transmitir. A veces me ayuda mirar un objeto y describirlo mentalmente: “Es azul, tiene una forma redonda, refleja la luz…” Así, obligo a mi cerebro a estar aquí y ahora.

Una vez, antes de una presentación crucial, estaba tan nerviosa que pensé que iba a vomitar. ¿Se imaginan el desastre? Entonces, cerré los ojos, respiré hondo, y me acordé de mi abuela, que siempre me decía: “Mija, usted puede con todo”. Y me concentré en eso: en poder con todo. Y… ¡funcionó! (Bueno, no vomité, al menos).

Así que, ya sabes, respira, relaja, concéntrate. Y si nada de esto funciona… bueno, siempre puedes culpar al café. 😉

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