¿Cómo saber si es muerte natural?

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Una muerte natural ocurre por causas internas como enfermedades o envejecimiento. Se distingue de una muerte violenta, causada por factores externos como traumatismos o envenenamiento.

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¿Cómo identificar una muerte natural?

A ver, ¿cómo se distingue una muerte natural de una que no lo es? ¡Uf!, es un tema delicado, pero intentaré explicarlo como lo entiendo yo.

Si una persona fallece debido a un golpe, una sustancia tóxica o algo así, claramente es una muerte violenta. Lo que yo tengo entendido es que si el cuerpo “falla” por dentro, por enfermedades o por la edad, entonces hablamos de muerte natural.

Recuerdo cuando mi abuelo, allá por marzo del 2010, falleció en su casa en Valencia. Tenía achaques, la edad no perdona, y simplemente su corazón dijo “basta”. Fue triste, claro, pero dentro de lo esperable. Eso, para mí, es una muerte natural.

En resumen, una muerte se considera natural cuando es causada por problemas internos del cuerpo, como enfermedades o el deterioro natural con el tiempo. Es un proceso biológico, digamos.

Información concisa sobre cómo identificar una muerte natural:

  • Muerte Natural: Causada por alteraciones bioquímicas, inmunológicas, degenerativas o infecciosas dentro del cuerpo.
  • Muerte Violenta: Resulta de una acción externa, como una fuerza física o química.

¿Cuándo se considera muerte natural?

El silencio, un eco en la penumbra. La muerte natural… ¿un susurro, un grito ahogado? Se presenta como un final íntimo, una rendición interna. Un cuerpo que cede, que se pliega ante sí mismo. No hay violencia externa, solo el desgaste implacable. El tiempo, ese río lento, se lleva consigo, poco a poco, la fuerza vital. Un vacío que se abre, un hueco donde antes palpitaba el ser. Una despedida sin trompetas, sin fanfarrias. Solo un suspiro final, imperceptible, en la quietud de la noche.

Se define por la ausencia de intervención externa, de una causa violenta que la precipite. Un proceso gradual, a veces imperceptible, hasta su culminación. Un misterio que se revela en la quietud de los órganos, en la lenta cesación de las funciones vitales. Mi abuela, recuerdo, se fue así. Silenciosa. Como un pétalo que se desprende.

Se buscan respuestas en la autopsia, en la fría mirada del forense. Análisis macroscópicos que buscan la huella de la enfermedad, el fallo orgánico. Un acertijo en el que las piezas se buscan entre sí. La edad, por ejemplo, tiene sus propias marcas en el cuerpo; este año, el 70% de las muertes mayores de 80 años son por causas naturales. Las enfermedades crónicas, los desgastes progresivos. El deterioro se insinúa, se extiende, como la oscuridad en una habitación sin luz.

El diagnóstico, la comprensión. Un intento de nombrar lo innombrable. Pero a veces, ¿queda algo más que el vacío? Un eco que resuena en la memoria, una pregunta sin respuesta. La sombra de la pérdida, eterna.

  • Enfermedades cardíacas
  • Cáncer
  • Demencia
  • Enfermedades respiratorias
  • Otros procesos degenerativos

La muerte natural: un enigma silencioso. Un eco vacío en un pasillo interminable.

¿Qué es fallecer de forma repentina?

Muerte súbita. Eso. Sin avisar. Pum. Recuerdo a mi tío Pepe, 2023, pleno agosto, calor infernal en Sevilla. Estábamos en la piscina municipal, él tan campante, riéndose a carcajadas con su bañador amarillo chillón. Cinco minutos después, desplomado. Así, sin más.

Sirenas, ambulancia, caras largas. Un vacío horrible en el estómago. Impotencia. Luego, en el hospital, palabras confusas: infarto fulminante. No lo podíamos creer. Hacía deporte, comía sano… en fin, la vida te da estas bofetadas.

Yo estaba en shock. Sudor frío. No podía articular palabra. ¿Cómo podía ser? ¿Tan rápido? La imagen de su bañador amarillo me perseguía. Era surrealista. Una semana antes celebrábamos su cumpleaños, todos juntos, con paella y tarta de chocolate.

  • Repentino: Una palabra que se te clava.
  • Inesperado: Nunca te lo esperas, hasta que pasa.
  • Dolor: Un agujero negro en el pecho.

En el tanatorio, un mar de gente. Todos con la misma cara de incredulidad. Es curioso, antes no se hablaba mucho de él, ahora todos lo recordaban como un santo. La gente… La vida es frágil. Tan frágil.

Más tarde nos enteramos de que tenía antecedentes familiares de problemas cardíacos. Algo genético, dijeron. Pero él ni idea. Nadie lo sabía. Nunca se quejó de nada.

  • Antecedente familiar: Un factor importante.
  • Problemas cardíacos: Silenciosos, a veces.
  • Genética: Una lotería macabra.

El amarillo de su bañador… no lo olvido.

¿Qué es la muerte repentina en medicina legal?

Muerte súbita en medicina legal: Fallecimiento rápido e inesperado, sin causa traumática evidente, de alguien aparentemente sano.

  • Rapidez: Ocurre en minutos u horas. Recuerdo una vez, en la universidad, discutiendo con un compañero sobre la fugacidad del tiempo… ¿qué son unas horas en la inmensidad del universo? Y sin embargo, para alguien que sufre una muerte súbita, esas horas son todo.
  • Aparente salud: La persona no presentaba síntomas graves o estaba en condición estable. Esto nos recuerda la fragilidad de la vida. El año pasado, mi vecina, una mujer fuerte y activa, murió súbitamente. Impactante.
  • Ausencia de trauma: No hay lesiones externas visibles que expliquen la muerte. A veces, las mayores heridas son las invisibles, ¿no crees? Las que llevamos por dentro, y las que, silenciosas, nos pueden llevar a la muerte.

Importancia de la autopsia: Esencial para determinar la causa. Puede revelar, por ejemplo, problemas cardíacos ocultos. Cuando estudiaba medicina, las autopsias me impresionaban. Eran una ventana a lo desconocido, un último intento de comprender el misterio de la vida y la muerte.

Posibles causas:

  • Enfermedades cardíacas: Principal causa de muerte súbita. Un infarto fulminante, una arritmia… El corazón, ese motor incansable, puede fallar en un instante.
  • Aneurismas cerebrales: Ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro.
  • Condiciones congénitas: Defectos presentes desde el nacimiento que pueden manifestarse repentinamente. Una amiga de la infancia tenía una malformación arteriovenosa… Nunca lo supimos hasta que… en fin.

Investigación médico-legal: Determina la naturaleza de la muerte. ¿Natural? ¿Accidental? ¿Suicida? ¿Homicida? Esta categorización, tan fría y precisa, a veces parece insuficiente para abarcar la complejidad de la muerte. ¿Dónde queda el espacio para el azar, para lo imprevisible? Una pregunta que me sigo haciendo.

Más allá de la definición: La muerte súbita nos confronta con la incertidumbre de la existencia. Nos recuerda que la vida es un préstamo, no una posesión. Una idea para reflexionar, ¿no? Este año, por ejemplo, se han reportado más casos de muerte súbita en deportistas jóvenes. Un recordatorio brutal de que la juventud y la aparente salud no son garantía de nada. A veces me pregunto, ¿qué sentido tiene acumular conocimiento si al final, la muerte llega de forma tan inesperada? En fin, son cosas que me dan vueltas en la cabeza.

¿Quién certifica la muerte natural?

Médico. El médico certifica. Ya. ¿Y si no hay médico presente? ¿Quién lo hace entonces? Buf, qué lío. Me acuerdo de la abuela… espera… ¿qué estaba pensando? Ah sí, el certificado.

  • Médico de cabecera o de urgencias.
  • Médico forense (casos complejos).

Me suena que una vez leí algo sobre un juez… pero no sé. Mejor me callo. El médico firma, punto. Caso cerrado. El otro día mi tía Pepi se cayó en la calle… Menos mal que estaba el Dr. López por allí. ¿O era martes? No, no, era jueves. Fuimos a comprarle unas zapatillas nuevas, ¿te acuerdas? Las azules… las que quería para el gimnasio. ¡Qué moderna mi tía! 75 años y va al gimnasio tres veces por semana. Increíble. Bueno, volviendo al tema… el médico. Claro. Tiene que firmar. Espera…

  • Historia clínica. Importante, ¿verdad?
  • Circunstancias de la muerte.

A ver… ¿Cómo era? Sí, el médico tiene que saber qué pasaba. Enfermedades previas, si tomaba medicación… Todo eso. Ayer fui al médico yo también. Me dolía la cabeza. Mucho estrés. Me recetó paracetamol. Paracetamol… tan simple. Igual que mi vida. No, no, ¡mentira! Mi vida es un caos organizado. Como este texto. Jejeje. Ah, sí, la muerte natural. El médico. Y ya. Es que me desconcentro con facilidad.

Este año fui al médico tres veces: en febrero, mayo y septiembre. Ninguna grave, solo chequeos. Me dijo que estoy bien. Que siga cuidándome. Eso intento. La salud es lo primero. El médico lo sabe. Por eso certifica. Él sabe. Y firma.

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