¿Cómo se consigue la penicilina?

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La penicilina se obtiene mediante la fermentación del hongo Penicillium chrysogenum en grandes tanques. Este proceso implica proporcionar al hongo los nutrientes necesarios, como azúcares y otras fuentes de carbono, para que crezca y produzca el antibiótico.

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Del moho al medicamento: La fascinante producción de penicilina

La penicilina, uno de los antibióticos más utilizados en el mundo, no surge de un laboratorio químico en su forma final, sino de un proceso biológico fascinante que aprovecha el poder de un humilde hongo: el Penicillium chrysogenum. Aunque su descubrimiento fue accidental, la producción de penicilina a gran escala se ha convertido en una sofisticada operación biotecnológica que implica una cuidadosa orquestación de factores para maximizar el rendimiento del antibiótico.

El corazón del proceso reside en la fermentación sumergida. Imagine enormes tanques de acero inoxidable, estériles y controlados con precisión, donde el Penicillium chrysogenum se cultiva en un caldo nutritivo. Este “caldo de cultivo” no es un simple líquido, sino una fórmula cuidadosamente balanceada que proporciona al hongo todo lo necesario para prosperar y, crucialmente, para producir penicilina. Azúcares, como la lactosa o la glucosa, actúan como la principal fuente de energía, mientras que otros componentes, como el almidón de maíz, el aceite de soja o incluso el extracto de levadura, aportan nitrógeno, vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento fúngico.

El ambiente dentro de estos tanques se controla minuciosamente. La temperatura se mantiene constante, generalmente alrededor de los 25°C, y el pH se regula para favorecer el crecimiento del Penicillium e inhibir el desarrollo de otros microorganismos contaminantes. Además, el caldo de cultivo se agita constantemente para asegurar una distribución uniforme de nutrientes y oxígeno, vital para la respiración del hongo y la producción de penicilina. El proceso de fermentación dura varios días, durante los cuales se monitoriza constantemente la concentración de penicilina en el caldo.

Una vez alcanzada la concentración óptima, el proceso de extracción comienza. El caldo se filtra para separar el micelio del hongo (la masa de filamentos que lo componen) del líquido que contiene la penicilina. A partir de aquí, se utilizan una serie de procesos químicos, como la extracción con solventes y la cristalización, para purificar la penicilina y obtenerla en su forma final, lista para ser formulada en diferentes presentaciones farmacéuticas.

La producción de penicilina es un ejemplo claro de cómo la biotecnología aprovecha el poder de la naturaleza para obtener medicamentos esenciales. Desde el descubrimiento fortuito de su actividad antibacteriana hasta la sofisticada producción industrial actual, la historia de la penicilina ilustra la constante innovación en la búsqueda de soluciones para combatir las enfermedades infecciosas. Y aunque han surgido nuevos antibióticos, la penicilina sigue siendo un pilar fundamental en la medicina moderna, un testimonio del ingenio humano y del potencial curativo que se esconde en el mundo microscópico.