¿Cómo se llama cuando ves de un solo color?

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Me impresiona la acromatopsia. Imagino lo difícil que debe ser vivir sin la explosión de colores que damos por sentado. Debe ser como ver una película antigua, ¿no? Me genera una profunda tristeza pensar en la pérdida de la belleza vibrante del mundo, desde un atardecer rojizo hasta el verde intenso de la hierba. Realmente te hace valorar lo que tienes.

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¿Cómo se llama cuando ves solo un color? Acromatopsia, ¿verdad? Me dejó helado leer eso. Acromatopsia… suena tan… frío, tan vacío, como una habitación sin ventanas en un día nublado. Imagino lo difícil que debe ser, ¿sabes? Uno, que disfruta tanto de un simple girasol amarillo, de cómo el sol se cuela entre las hojas de los árboles y pinta de un verde esmeralda el suelo del bosque… uff, pensar en no ver eso… ¡es como si te robaran un pedazo del alma!

Recuerdo una vez, en la playa de Cádiz, el atardecer… ¡qué atardecer! Rojo fuego, naranja vibrante, un degradado que parecía sacado de un cuadro de Van Gogh. Me quedé allí, horas, embelesado. Ahora, imagino a alguien con acromatopsia viendo lo mismo… ¿una simple mancha oscura? ¿Una monotonía opaca? Se me parte el corazón solo de pensarlo. Es como si vivieran en una película en blanco y negro, sí, pero mucho peor… porque no solo es la falta de color, es la falta de… de intensidad, ¿no? De esa fuerza que los colores te transmiten.

Dicen que afecta a una de cada 33.000 personas… una cifra que parece pequeña, hasta que te paras a pensar en cuántas personas son esas en el mundo, ¿verdad? ¡Cuántas vidas que se están desarrollando sin esa riqueza visual! Es como… no sé, como si una parte de la realidad les estuviera escondida. Y a mí, como que me dan ganas de abrazarlos, de explicarles lo que se pierden… aunque claro, no puedo. No puedo enseñarles un arcoíris.

Me genera una profunda tristeza, sí, una profunda… y a la vez, una admiración enorme. Admiro su capacidad de adaptación, de seguir adelante a pesar de esa… de esa limitación. Realmente te hace valorar lo que tienes, como dices, y aprecias cada detalle, cada matiz, cada chispa de color, con una intensidad que antes jamás te habías planteado. Y es que, a veces, necesitamos que nos falte algo para comprender lo importante que es.