¿Cuál es el último sentido que se pierde?

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La pérdida de los sentidos en el proceso de morir sigue siendo un misterio en parte, pero estudios recientes sugieren que la audición es el último sentido que se desvanece, precediendo al cese completo de las funciones vitales.

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El Silencio Final: Descifrando el Último Susurro de los Sentidos

La muerte, ese inevitable final, se nos presenta como un velo impenetrable, un misterio que la ciencia, por más que avance, no termina de desentrañar por completo. Uno de los enigmas que rodean este proceso es el orden en que se pierden los sentidos. Si bien la experiencia es profundamente personal e intrínsecamente subjetiva, dificultando la investigación empírica, estudios recientes apuntan hacia una conclusión sorprendente: la audición, ese sutil detector de vibraciones, podría ser el último sentido en abandonar el escenario de la vida.

A diferencia de la creencia popular que podría situar la vista como el último sentido activo, investigaciones centradas en el análisis de las funciones cerebrales en las etapas finales de la vida sugieren un panorama diferente. La pérdida de la consciencia, por ejemplo, frecuentemente precede a la pérdida de otros sentidos, generando un proceso gradual y difícil de precisar en cada individuo. Sin embargo, la persistencia de la capacidad auditiva, incluso en estados de inconsciencia profunda, parece ser un factor relevante.

¿Por qué la audición? La respuesta se encuentra probablemente en la intrincada arquitectura del sistema auditivo. A diferencia de otros sentidos que dependen de procesos más complejos y activos, como la visión (que necesita un procesamiento visual extenso en la corteza cerebral) o el tacto (con su intrincada red de receptores y procesamiento), el sistema auditivo tiene una vía neuronal más directa y robusta. Esta ruta, al involucrar áreas cerebrales menos sensibles a la hipoxia (falta de oxígeno) o a la disminución de la actividad cerebral general, podría explicar su mayor resistencia durante el proceso de morir.

Es importante destacar que no se trata de una “supervivencia” del sentido del oído en el sentido de una experiencia consciente. No se trata de que la persona “escuche” activamente, sino que las estructuras cerebrales responsables del procesamiento auditivo permanecen funcionalmente activas por más tiempo, incluso en ausencia de consciencia. Esto se ha observado en estudios que monitorizan la actividad cerebral en pacientes en estado terminal, registrando respuestas a estímulos auditivos mucho después de la pérdida de otros sentidos y de la consciencia.

En conclusión, si bien la certeza absoluta aún permanece esquiva, la evidencia científica emergente indica que el último susurro del cuerpo, el último sentido en desvanecerse, podría ser el silencio mismo – un silencio que, paradójicamente, sólo se detecta a través del sentido que persiste hasta el final: la audición. Más investigación es necesaria para dilucidar completamente este complejo proceso, pero el misterio de la última percepción sensorial nos invita a reflexionar sobre la fragilidad y la extraordinaria resistencia de la vida humana.