¿Cuál es la movilidad de las bacterias?

¿La movilidad de las bacterias? ¡Ay, Dios mío, qué tema tan fascinante, y a veces, tan aterrador! Me acuerdo una vez, estudiando microbiología, vi por el microscopio… ¡ufff!… un verdadero baile frenético de E. coli, como si fueran diminutas hormiguitas con un propósito claro: conquistar todo el espacio disponible. ¿Te imaginas esa energía concentrada en algo tan pequeño? Es increíble, ¿no?

¡Increíble cómo se mueven esas bichitas! No es simplemente nadar al azar, ¿eh? Es como si tuvieran un GPS interno, un sexto sentido que les indica dónde hay más nutrientes, dónde está menos concurrido, o… ¡ay!… dónde está el punto débil de nuestro sistema inmune. Es escalofriante pensar en su capacidad para colonizar, ese enjambre, como una pequeña, pero implacable, invasión coordinada. Recuerdo un documental, creo que decía que una sola bacteria puede dividirse, en condiciones ideales, cada veinte minutos. ¡Veinte minutos! Haz las cuentas… ¡en un par de horas tienes un ejército! Me da hasta cierto repelús…

Esa eficiencia, esa capacidad de invadir y causar daño… me resulta casi aterradora. ¿Cómo algo tan pequeño puede ser tan poderoso? Es una fuerza de la naturaleza, sí, pero una bastante desagradable, no te voy a mentir. He visto imágenes de infecciones bacterianas… no quiero ni describirlo, te lo juro. De verdad, esa movilidad, un factor clave en su virulencia, es algo que me sigue impresionando. Es una complejidad que, cuanto más estudio, más me maravilla y a la vez, me pone los pelos de punta. Es como una obra de ingeniería diminuta, pero brutalmente efectiva. Y lo peor es que, muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta hasta que ya es demasiado tarde. ¿Qué te parece?