¿Cuál es la resistencia bacteriana más frecuente?

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La resistencia bacteriana adquirida, donde solo algunas cepas de una especie normalmente sensible desarrollan resistencia, es la forma más común de resistencia bacteriana. Esta resistencia puede surgir por mutación o adquisición de nuevos genes.

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El Camaleón Microbiano: La Resistencia Bacteriana Adquirida, un Desafío Creciente

La resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud mundial, socavando nuestros esfuerzos para tratar infecciones comunes y dejando a pacientes vulnerables a enfermedades potencialmente mortales. Mientras que la resistencia intrínseca (la resistencia natural de una bacteria a un antibiótico específico) es un fenómeno establecido, la resistencia bacteriana adquirida emerge como la forma más frecuente y preocupante de este problema. Su prevalencia global y su rápida evolución demandan una atención urgente y estrategias innovadoras.

A diferencia de la resistencia intrínseca, inherente a la especie bacteriana, la resistencia adquirida surge en cepas específicas dentro de una población que antes era susceptible a un determinado antibiótico. Este cambio de vulnerabilidad a resistencia se produce a través de dos mecanismos principales: mutación genética y adquisición horizontal de genes.

La mutación genética implica cambios aleatorios en el ADN de la bacteria. Estas mutaciones pueden afectar genes que codifican proteínas esenciales para la acción del antibiótico, como las enzimas que participan en la síntesis de la pared celular o la función de la membrana. Una mutación beneficiosa, que confiere resistencia, permitirá a la bacteria sobrevivir y reproducirse en presencia del antibiótico, propagando así el gen mutado a la progenie. La frecuencia de estas mutaciones espontáneas puede aumentar exponencialmente en presencia de presión selectiva, es decir, con la exposición continua a antibióticos.

La adquisición horizontal de genes es un proceso aún más complejo y eficaz para la diseminación de la resistencia. Las bacterias pueden intercambiar material genético, incluyendo genes de resistencia, a través de mecanismos como la conjugación (transferencia directa de ADN entre bacterias), la transducción (mediada por bacteriófagos – virus que infectan bacterias) y la transformación (captación de ADN libre del ambiente). Estos mecanismos permiten una transferencia rápida y eficiente de genes de resistencia entre diferentes especies y géneros bacterianos, incluso entre bacterias que no son genéticamente relacionadas. Este fenómeno es particularmente preocupante, ya que permite la rápida propagación de mecanismos de resistencia altamente efectivos, incluso aquellos que confieren resistencia a múltiples antibióticos (resistencia multidrogas).

En conclusión, la resistencia bacteriana adquirida, basada en mutaciones y adquisición horizontal de genes, representa la forma más prevalente y preocupante del desarrollo de resistencia antibiótica. Comprender los mecanismos subyacentes y desarrollar estrategias para prevenir su propagación, como el uso juicioso de antibióticos y la investigación de nuevos tratamientos antimicrobianos, es crucial para afrontar este desafío global y asegurar la efectividad de los tratamientos antibióticos en el futuro. Ignorar esta realidad implica un futuro con un arsenal terapéutico cada vez más limitado y un incremento de morbilidad y mortalidad asociada a infecciones bacterianas.