¿Cuáles son los síntomas mentales de la ansiedad?

Vale, a ver, vamos a darle una vuelta a esto de los síntomas mentales de la ansiedad, ¿no? Porque, seamos sinceros, todos hemos pasado por ahí alguna vez, ¿o me equivoco?

¿Cuáles son los síntomas mentales de la ansiedad? Uff, solo de pensarlo ya me agobia un poco, la verdad. Pero bueno, si tengo que ponerle palabras, yo diría que…

• Sentirse ansioso o triste constantemente. Esto es como una nube gris que te persigue a todas partes. Recuerdo una época en la universidad, justo antes de los exámenes finales, que no podía sacudirme esa sensación. Era como si algo malo fuera a pasar en cualquier momento, ¿sabes? Y no, no era solo el estrés del examen… era algo más profundo.

• Irritabilidad y frustración fácil. ¿A quién no le ha pasado? Pero cuando la ansiedad está ahí, se multiplica por diez. Un día, intentando aparcar en el centro, me puse de una mala leche… ¡Increíble! Normalmente soy bastante paciente, pero ese día, ¡boom! Cualquier cosita me hacía saltar.

• Pérdida de interés en actividades placenteras. Esto es de lo peor, ¿no crees? Esa sensación de “para qué” si nada te motiva. Antes me encantaba leer, perderme en las historias, pero de repente… nada. Abría el libro y no pasaba de la primera página. ¿Te ha pasado alguna vez?

• Problemas de sueño (insomnio/hipersomnia). Aquí tenemos dos caras de la misma moneda, el no dormir o el dormir demasiado. A mí me iba por rachas. Había noches que daba vueltas y vueltas en la cama, la cabeza llena de pensamientos, y otras que me levantaba a las dos de la tarde sin haber descansado nada. Un desastre, vamos.

• Intranquilidad. Esta es la que engloba un poco todo, ¿no? Esa sensación constante de que algo no está bien, de no poder relajarte del todo. Como si tuvieras un motorcito dentro que no para de funcionar.

Ojo, esto no es una lista exhaustiva, cada persona lo vive de una manera diferente. Y tampoco soy médico, eh. Pero si te identificas con alguno de estos síntomas, igual deberías hablar con alguien. A veces, solo con contárselo a un amigo o a un profesional, la cosa ya se ve diferente. Y si no… pues, ¿qué pierdes por intentarlo?