¿Cuándo se considera peligrosa la tensión baja?

Ay, la tensión baja… ¿Quién no ha sufrido alguna vez ese mareo traicionero, esa debilidad que te deja como un flan? A mí, me ha pasado más veces de las que quisiera recordar. Recuerdo una vez, estaba en el trabajo, a punto de dar una presentación importante, ¡y zas! Me invadió una sensación horrible, como si el mundo se volviera de pronto borroso. Casi me desplomo. ¿Cómo no iba a preocuparme entonces por la tensión baja?

La verdad, es que no hay una cifra mágica que diga “a partir de aquí, ¡peligro!”. No es tan simple como decir: “menos de 90/60 mmHg y ¡zas!, urgencias!”. Claro que si caes de, digamos, 110/70 a 90/60 de golpe… ¡ay, amigo! Eso sí que da miedo. ¡Lo he vivido! Fue como si alguien me hubiera desconectado de la corriente, de repente todo se volvió lento, pesado… ¡un susto terrible!

El asunto es que la tensión baja, o hipotensión, se vuelve peligrosa cuando no es solo un bajón pasajero, sino algo que te deja realmente mal. Si te sientes mareado, débil, con visión borrosa… ¡eso es una señal de alarma! No es solo un número en un aparato, ¿verdad? Es cómo te sientes. Y si te sientes realmente mal, si tienes dificultad para respirar, si te desmayas… ¡entonces sí que hay que correr al médico! No esperes, ¿eh? Recuerdo a mi abuela, que se desmayaba a menudo por su tensión baja, y lo importante que era para ella llevar un control estricto…

A veces, la bajada significativa de tensión, la que pone en peligro la vida… bueno, eso ya es una emergencia. No voy a dar cifras exactas, porque cada cuerpo es un mundo, pero si la caída es drástica y viene acompañada de síntomas fuertes… ¡al hospital, corriendo! ¡No te lo juegues! La salud no es algo con lo que se deba bromear. Que te lo diga yo, que he aprendido a tomármelo en serio a base de sustos.