¿Por qué cuesta tanto eliminar la grasa abdominal?

1 ver

¡Uf, esa grasa abdominal! A mí me frustra muchísimo. Siento que por más que me cuido, ahí se queda, aferrada. Creo que es una combinación de cosas: el estrés del trabajo me mata, y sé que no siempre como lo mejor. Además, con la edad, siento que mi metabolismo se ha vuelto más lento. ¡Es una batalla constante! Pero no me rindo, sigo intentándolo.

Comentarios 0 gustos

¿Por qué cuesta tanto eliminar la grasa abdominal? ¡Ay, Dios mío, qué pregunta! Me siento tan identificada. Es como si esa maldita grasa se hubiera pegado con pegamento industrial a mi vientre, ¿verdad? Por más abdominales que haga, por más ensaladas que coma… ¡ahí sigue! Es frustrante, lo admito. A veces me dan ganas de tirar la toalla, de comerme una pizza entera y olvidarme del asunto. Pero luego recuerdo… ¿para qué?

Recuerdo una vez, hace unos años, cuando estaba en mi mejor forma. Corría todos los días, me cuidaba muchísimo. Entonces, ¡bam! Un cambio de trabajo, muchísimo estrés, noches sin dormir… y zas, la grasa abdominal apareció como por arte de magia. Fue devastador. Sentí que todo mi esfuerzo se había esfumado. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué nuestro cuerpo nos juega estas malas pasadas?

Creo que es un cóctel explosivo, ¿no? El estrés, sin duda, es un gran enemigo. Yo misma lo noto. Cuando estoy agobiada por el trabajo, la comida basura se convierte en mi mejor amiga. Un helado, una hamburguesa… ¡pequeñas recompensas que se convierten en grandes enemigos de mi objetivo! Y luego está la edad, claro. Dicen que el metabolismo se ralentiza con los años, y yo… bueno, yo lo estoy notando. He leído estudios, ¡sí, sí, estudios! Que hablan de una disminución del metabolismo basal de un 1-2% por década a partir de los 30. ¡Casi me da un infarto cuando lo leí! ¿El 2%? ¡Es mucho!

Pero, a pesar de todo, no me rindo. Seguiré intentando llevar una vida más sana. Intento controlar el estrés (aunque a veces es complicado, ¡qué se le va a hacer!), comer mejor (aún estoy en proceso, ¡es difícil cambiar hábitos de años!), y hacer ejercicio. Poco a poco, ¿no? No se trata de una carrera, sino de una maratón. Y aunque a veces la flacidez abdominal me desmoraliza, me digo: “Vamos, que podemos hacerlo”. Quizás algún día logre mi objetivo. O quizás no. Pero lo que sí sé, es que lucharé por sentirme mejor, tanto por dentro como por fuera. Y eso, ya es un triunfo.