¿Por qué el cadáver flota en el agua?

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¡Uf, la muerte y la flotación, tema tétrico! A ver, me da cosilla pensarlo, pero sí, cuando un cuerpo se descompone se hincha. Es como si se inflara con gases asquerosos, ¡puaj! Y claro, al aumentar el volumen pero no el peso, se vuelve menos denso que el agua. Imagino que debe ser una imagen horrible, la verdad, pero es física pura y dura... ¡Qué mal rollo!

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Uf, hablar de cadáveres flotando no es precisamente mi tema favorito, la verdad. Me da un poco de grimilla, pero bueno, si la ciencia llama, hay que responder. Y sí, es cierto, los cuerpos tienden a flotar después de un tiempo en el agua, aunque la imagen, no nos vamos a engañar, es bastante perturbadora. No es algo que uno quiera visualizar en sus ratos libres.

La cosa es que no flotan de inmediato. Al principio, un cuerpo humano se hunde. Esto es porque la densidad de nuestro cuerpo, en vida y recién fallecido, es mayor que la del agua. Somos, por así decirlo, más “pesados” que el agua que nos rodea. Piensa en nuestros huesos, músculos, órganos… todo eso suma.

Pero aquí viene la parte desagradable, la que me da escalofríos: la descomposición. En este proceso, las bacterias que viven en nuestro intestino (sí, incluso después de morir siguen trabajando duro) empiezan a descomponer los tejidos. Y al hacerlo, liberan gases, principalmente metano, sulfuro de hidrógeno y dióxido de carbono. Estos gases se acumulan dentro del cuerpo, como si inflaran un globo macabro. De hecho, en algunos casos, la presión de estos gases puede ser tan fuerte que llega a provocar la ruptura de la piel y los tejidos, una imagen que, sinceramente, prefiero no detallar.

Y aquí está la clave de la flotación: estos gases aumentan el volumen del cuerpo, es decir, lo hacen más grande. Pero, importante, no aumentan su masa. Piensa en un globo: al inflarlo, ocupa más espacio, pero no pesa más (bueno, un poquito más por el aire, pero es despreciable). Con el cuerpo pasa algo similar: al aumentar el volumen y mantenerse la masa, la densidad disminuye. Recordad la fórmula de la densidad: densidad = masa/volumen. A mayor volumen, menor densidad.

Y cuando la densidad del cuerpo se vuelve menor que la densidad del agua, ¡eureka!, el cuerpo flota. Es pura física, como decía antes, pero con un toque macabro que pone los pelos de punta.

Además, hay otros factores que influyen. La temperatura del agua, la salinidad (en agua salada se flota más), la ropa que lleve la persona, la profundidad… Por ejemplo, en aguas muy frías, la descomposición es más lenta, por lo que el cuerpo tardará más en flotar. He leído estudios forenses que hablan de casos en los que el cuerpo permanece sumergido durante semanas o incluso meses en aguas frías.

En resumen, la flotación de un cadáver es un proceso natural, aunque desagradable, resultado de la descomposición y la acumulación de gases que disminuyen la densidad del cuerpo. Es una demostración, un tanto tétrica, de los principios básicos de la física. Y, sinceramente, espero no tener que presenciarlo nunca en persona.

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