¿Qué efectos positivos tiene la radiación?

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La radiación solar, en dosis adecuadas, estimula la vitamina D, previniendo enfermedades óseas. También mejora la circulación y, en ciertos casos, ayuda en el tratamiento de dermatosis y la síntesis de neurotransmisores.
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Los efectos positivos de la radiación: más allá del peligro

La radiación, a menudo asociada con riesgos y peligros, también presenta, en dosis controladas y específicas, efectos beneficiosos para la salud. No se trata de una generalización, sino de una compleja interacción entre la energía radiante y nuestro organismo que, a niveles apropiados, puede resultar positiva.

Un ejemplo claro y ampliamente reconocido es el papel de la radiación solar en la síntesis de vitamina D. La luz ultravioleta B (UVB) del sol desencadena la producción de esta vitamina esencial en la piel. La vitamina D es crucial para la absorción de calcio y fósforo, manteniendo la salud ósea y previniendo enfermedades como el raquitismo y la osteoporosis. Sin embargo, es fundamental recalcar que la exposición excesiva a la radiación UVB, sin las adecuadas protecciones, acarrea consecuencias negativas y graves, como quemaduras solares y cáncer de piel. Por lo tanto, la clave reside en la moderación y en la conciencia del tiempo de exposición.

Pero la influencia de la radiación no se limita a la producción de vitamina D. Otros efectos positivos, aunque menos conocidos, son también notables. En dosis controladas y bajo supervisión médica, la radiación puede contribuir a la mejora de la circulación sanguínea. La terapia con luz, o fototerapia, utilizando diferentes longitudes de onda de radiación, puede estimular la vasodilatación y mejorar el flujo sanguíneo, lo cual puede ser útil en el tratamiento de ciertas afecciones.

En el ámbito dermatológico, en determinados casos, la radiación, de nuevo en dosis terapéuticas y bajo supervisión médica, juega un papel importante en el tratamiento de ciertas dermatosis. Procedimientos como la fototerapia con UVB o PUVA (psoraleno + UVA) pueden resultar efectivos en el manejo de enfermedades como la psoriasis o el vitiligo. En estos contextos, se busca aprovechar las propiedades de la radiación para modular la respuesta inmunológica y lograr un resultado terapéutico.

Finalmente, y aunque la evidencia es todavía más compleja, investigaciones recientes sugieren una posible influencia de la radiación solar (en rangos seguros) en la producción de neurotransmisores. Se plantea que la exposición a la luz solar podría afectar la liberación y la regulación de sustancias químicas del cerebro que juegan un papel crucial en el estado de ánimo y la función cognitiva. Sin embargo, se requieren más estudios para confirmar estas hipótesis y comprender la complejidad de estas relaciones.

En resumen, la radiación, en particular la solar, no es simplemente un factor perjudicial. En dosis cuidadosamente controladas y bajo supervisión experta, puede tener efectos positivos en nuestra salud, desde la prevención de enfermedades óseas hasta el tratamiento de ciertas afecciones dermatológicas, pasando por la posible influencia en la función neuroquímica. Es crucial recordar que la clave para aprovechar estos beneficios reside en la moderación, la protección y la consulta con profesionales de la salud para determinar las dosis y protocolos adecuados.