¿Qué es bueno para el deterioro cognitivo?

¿Qué es bueno para este cerebro mío, que ya no es el que era? Ay, ay, ay… ¿Quién me iba a decir a mí, hace unos años, que me preocuparía por el deterioro cognitivo? Me sentía invencible, ¿verdad? Ahora, con casi sesenta tacos, me pregunto… ¿qué puedo hacer? ¿Será demasiado tarde?

La verdad es que me da un poco de miedo, ¿eh? Ver a mi abuela perderse en sus recuerdos, olvidar cosas… eso te cala hondo. Y pensar que eso pueda pasarme a mí… pues sí, me preocupa.

Pero bueno, tampoco me voy a rendir. He leído, y es cierto: mantenerse activo, mentalmente hablando, es clave. No me refiero a resolver ecuaciones diferenciales, que eso nunca se me dio bien (jaja). Pero sí a cosas que realmente disfruto, ¿sabes?

Por ejemplo, llevo un par de meses jugando al ajedrez online – ¡y me encanta! Me reta, me obliga a pensar, a planear… ¡Y mira que soy pésima! Pero me divierte, y eso es lo que importa. También empecé a tocar la guitarra otra vez, algo que dejé hace años. ¡Cuánto polvo tenía! Recordar los acordes, es como ejercitar la memoria, ¿no crees? Es increíble como ciertas cosas, que parecían olvidadas, vuelven con la práctica. Incluso he retomado un libro que había dejado a medias, una novela de misterio que me tiene enganchada.

Y luego está la parte social, claro. Quedar con amigos, charlar… es fundamental. A veces me dan ganas de quedarme en casa, encerrada con mi novela y mi guitarra, pero sé que eso no es bueno. Esos ratos de risas, de compartir historias… ¡eso es oro puro!

Un estudio, que leí por ahí – creo que hablaba de algo así como 5.000 personas, una cifra enorme, ¿no? – decía que la gente activa social y mentalmente tiene menos riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Claro, no es una garantía, pero… ¿qué más podemos pedir?

Así que, ya sabes, estoy en ello. Lucha contra el olvido, día a día, con mi ajedrez, mi guitarra, mis amigos y mis libros. Quizá no sea la solución mágica, pero… mientras siga aprendiendo, mientras siga sintiendo la alegría de descubrir cosas nuevas, me siento mejor. Mucho mejor. ¿No es acaso eso lo importante?