¿Qué es una reacción de color?

¿Una reacción de color? ¿Te has parado a pensar en lo mágico que suena eso? Como si fuera un truco de magia, ¿no? De repente, ¡pum!, de la nada aparece un color. Es fascinante. En química, estas reacciones transforman compuestos que son totalmente transparentes, invisibles casi, en algo que puedes ver, algo con color, con vida. Imaginate, de un líquido cristalino, surge un rojo intenso, o un azul profundo… ¿No es increíble?

Esto, claro, no es magia, aunque lo parezca. Es ciencia. Y es súper útil. Porque gracias a este cambio de color, podemos detectar sustancias. Digamos que queremos saber si en una muestra de agua hay cierta sustancia, pues si al añadirle un reactivo cambia de color, ¡bingo! sabemos que está ahí. Es como un chivato, un delator silencioso.

Recuerdo una vez en el laboratorio de la universidad… estábamos haciendo una práctica con fenolftaleína, creo que era. Todo era incoloro, y de repente, al añadir unas gotas de una base, ¡zas!, todo se volvió rosa fucsia. Fue tan… visual, tan impactante. Me quedé pensando en cómo algo tan pequeño podía generar un cambio tan evidente. Y es que estas reacciones, más allá de las fórmulas y los nombres complicados, nos permiten “ver” la química en acción.

También se puede medir la intensidad del color con un aparato llamado colorímetro. No me preguntes cómo funciona exactamente, que ahora mismo no me acuerdo de todos los detalles técnicos… Pero digamos que cuanto más intenso es el color, mayor es la concentración de la sustancia que buscamos. Algo así leí por ahí, que algunos estudios usan estas reacciones para, por ejemplo, analizar la cantidad de hierro en la sangre, o la contaminación en el agua. Es una herramienta poderosa, ¿verdad? Poder “descifrar” lo invisible gracias al color.