¿Qué hace el alcohol a la herida?

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El alcohol, si bien mata rápidamente muchos microorganismos, daña la piel al irritarla e incluso destruir células, retrasando la cicatrización. Su uso en heridas abiertas es desaconsejable por su efecto desecante y por facilitar la proliferación bacteriana en los coágulos formados.

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El Alcohol y las Heridas: Un Remedio Casero con Consecuencias Imprevisibles

El alcohol etílico, comúnmente conocido como alcohol de quemar o alcohol isopropílico (alcohol para frotar), ha sido durante mucho tiempo un elemento básico en los botiquines caseros, asociado con la desinfección de heridas. Sin embargo, la creencia popular de que su aplicación directa sobre una herida abierta es beneficiosa es, en realidad, un mito que puede tener consecuencias negativas para el proceso de cicatrización.

Si bien es cierto que el alcohol posee propiedades antisépticas y elimina rápidamente una gran cantidad de microorganismos, su efecto sobre la piel es mucho más complejo y potencialmente dañino que beneficioso. Su acción desinfectante, aunque efectiva en la superficie, viene acompañada de una fuerte irritación y una capacidad significativa para dañar las células de la piel, incluyendo las células esenciales para el proceso de reparación tisular. Este daño celular, en lugar de facilitar la cicatrización, la retrasa considerablemente.

El principal problema del uso del alcohol en heridas abiertas reside en su efecto desecante. Al deshidratar los tejidos, el alcohol elimina la humedad crucial para la formación del coágulo sanguíneo, una parte fundamental en el proceso inicial de cicatrización. Este coágulo, además de detener el sangrado, actúa como una barrera natural protegiendo la herida de infecciones externas. Al eliminar o dañar este coágulo, el alcohol deja la herida expuesta a una mayor posibilidad de contaminación bacteriana. La proliferación de bacterias en un ambiente seco, creado precisamente por el alcohol, se ve favorecida, lo que aumenta el riesgo de infección y complicaciones.

Además, la irritación causada por el alcohol puede prolongar la inflamación en la zona afectada, generando mayor dolor y molestia para el paciente. Esto, sumado al retraso en la cicatrización, convierte al alcohol en una opción contraproducente para el tratamiento de heridas.

En conclusión, aunque el alcohol puede parecer una solución rápida y sencilla para desinfectar heridas, su aplicación directa es desaconsejada por profesionales de la salud. Existen métodos de limpieza y desinfección mucho más adecuados y eficaces que no comprometen la integridad de la piel ni dificultan el proceso natural de cicatrización. Ante cualquier herida, lo ideal es acudir a un profesional sanitario o, en su defecto, limpiarla suavemente con agua y jabón neutro, evitando el uso de sustancias como el alcohol que, a pesar de su aparente utilidad, pueden resultar perjudiciales para la recuperación.