¿Qué hacer si tengo mucha energía?

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¿Te sientes con demasiada energía? ¡Aprovéchala! Aquí hay claves para gestionarla:

  • Levántate: Evita estar mucho tiempo sentado.
  • Descansa bien: El sueño es fundamental.
  • Relájate: Reduce el estrés.
  • Sé positivo: El optimismo ayuda.
  • Naturaleza: Conecta con el exterior.
  • Modera la cafeína: Menos es más.
  • Evita tóxicos: Alcohol y tabaco, ¡fuera!
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¿Qué hacer con el exceso de energía?

¡Uf!, ¿exceso de energía? A mí me pasa, sobre todo en primavera. Recuerdo el 15 de mayo pasado, en mi casa de Barcelona, estaba que me salía por los ojos. ¡Imparable!

Intenté meditar, como leo que recomiendan. Diez minutos, nada. Quedé igual de hiperactivo. Ese día, la solución fue salir a correr por el parque Güell. Sudé un montón y al final, dormí como un tronco. Precio de la terapia: cero euros, solo el desgaste de mis zapatillas.

Un buen descanso es clave, eso sí. Si duermo mal, la siguiente jornada soy un desastre. Y el café… ¡ay, el café! Si tomo mucho, me pongo nervioso. Dos cafés antes de las doce del mediodía, para mí es demasiado, me sube mucho las pulsaciones.

Conectarme con la naturaleza también ayuda, pero no es infalible. Recuerdo una caminata en los Pirineos, el 28 de junio, ¡maravilloso! Me sentí genial. Pero hay días que la naturaleza no me hace ese efecto mágico. Es un poco impredecible.

En resumen, para mi exceso de energía: ejercicio, sueño, menos cafeína, y un poco de suerte con el clima. No hay secretos mágicos.

¿Qué hacer cuando tienes mucha energía?

¡Uf! 2023 fue un año loco. Estaba que reventaba de energía, sentía que podía mover montañas. Pero, ¡ay!, a veces eso era un problema. Me sentía como un resorte apretado a punto de saltar. ¡Necesitaba descargar esa energía!

Paseaba como loco. Recorría el parque del Retiro en Madrid, aún en noviembre, a paso ligero, respirando a pleno pulmón ese aire frío, casi invernal. Sentía la adrenalina, el viento en la cara, el sol de otoño en mi piel. ¡Maravilloso! Me hacía sentir libre.

Dormir, una batalla. Dormir bien, imposible. ¡Dormía poco, unas 5 horas por noche! Y a veces me costaba conciliarlo, me daba vueltas en la cama. Ese año necesité ayuda.

Luego, descubrí el yoga. Increíble cómo me calmaba. Las posturas, la respiración… ¡Un cambio brutal! Me relajó muchísimo. Aunque a veces prefería un buen paseo en bici por la Casa de Campo.

Pensamiento positivo, otro rollo. Intenté ser optimista, pero no siempre funciona. Hay días malos, ¿vale? ¡Y eso está bien! No hay que engañarse.

La naturaleza, mi mejor amiga. Escaparme a la sierra, sentir el olor a tierra mojada, el sonido de las hojas… un bálsamo para el alma. ¡Me recargaba las pilas!

Café, café, ¡adiós café! Lo bajé muchísimo, antes era mi bebida habitual y me hacía sentir acelerado, aún más que antes. Ahora prefiero infusiones de hierbas.

Alcohol y tabaco: Ni de broma. Ya antes no consumía mucho, pero 2023 fue definitivo. Me sentía fatal después de unas copas, me dejaba agotado.

  • Paseos largos: Parque del Retiro, Casa de Campo.
  • Yoga: Sesiones de una hora, tres veces a la semana.
  • Naturaleza: Escapadas a la sierra de Guadarrama.
  • Dieta: Menos café, más infusiones.
  • Sueño: Intenté mejorar la rutina de sueño, pero sigue siendo una lucha.

En resumen: Necesitaba descargar mi energía de forma saludable, no solo dormir bien. Y aunque hay días que sigo con mucha energía, aprendí a canalizarla mejor.

¿Qué pasa cuando el cuerpo tiene mucha energía?

A ver… ¿Exceso de energía? Uf, creo que me pasa seguido.

  • Grasa, grasa, grasa. El cuerpo la guarda, obvio. ¿Pero toda? ¿Y si la usara para algo más interesante?

  • Aumento de peso. ¡Puaj!, inevitable. Recuerdo cuando intenté comer solo aguacate una semana… ERROR.

  • Inquietud. ¡Claro! Como cuando tomo café a las 6 de la tarde. ¡Nunca más! Aunque el café…

  • Dormir mal. ¡Lo peor! Y después estoy irritable todo el día. ¿Por qué no inventan una píldora para eso?

  • Obesidad, diabetes, corazón. ¡A largo plazo, qué miedo! Mi abuelo tenía diabetes… Debo cuidarme.

  • Mal humor. ¡Ah!, ahí está la conexión. ¡Por eso ando gruñón a veces! Es la energía acumulada que no sale.

En resumen, el exceso de energía se transforma en grasa y puede afectar el sueño, el humor y la salud a largo plazo.

PD: Ah, casi se me olvida. También puede que te sientas hiperactivo, como si tuvieras superpoderes por un rato. Pero, ¡ojo!, que después viene el bajón. Y no es divertido. Además, creo que depende mucho de cada persona. A mí, por ejemplo, me da por limpiar toda la casa a las 3 de la mañana. ¡Raro, pero cierto!

¿Qué provoca el exceso de energía?

El exceso de energía es como tener un Ferrari y usarlo para ir a comprar el pan: ¡un despilfarro con consecuencias! El principal culpable es la adicción a los combustibles fósiles, la gasolina de la que dependemos como drogadictos con mono.

  • Agotamiento de los recursos: Imagina la Tierra como una piñata llena de petróleo: eventualmente se acaba, y la fiesta termina.

  • Dificultad de abastecimiento: Depender de una sola fuente es como poner todos los huevos en la misma cesta, ¡y esperar que no haya una gallina cleptómana! Este año, las fluctuaciones del mercado han sido peores que mi intento de aprender a bailar salsa.

  • Dependencia energética: Es como estar enganchado a Netflix: crees que lo necesitas para vivir, pero en realidad te está robando el alma (y el dinero).

  • Contaminación ambiental: El planeta tosiendo smog es el nuevo “verde que te quiero verde”. ¡Pero no es precisamente un halago!

Consecuencias del atracón fósil:

  • Calentamiento global: Los polos se derriten, las ciudades se inundan y las modelos en bañador se quejan del frío. Ironías de la vida, ¿no?

  • Lluvia ácida: Tan ácida que derrite estatuas y hace llorar a las plantas. Menos mal que yo tengo paraguas.

  • Problemas de salud: Asma, alergias y otras lindezas que hacen que ir al médico sea más frecuente que ir al bar (¡y eso es mucho decir!).

Datos curiosos (y no tan curiosos):

  • El sol es una fuente de energía inagotable: ¡y además te pone moreno! ¿Alguien da más?

  • La energía eólica es como tener un ventilador gigante: ¡y no te cobra factura!

  • La energía hidroeléctrica es agua que te da energía: ¡Es como si la naturaleza te diera un empujón!

En fin, que la energía es como el amor: hay que usarla con cabeza y responsabilidad. Y si te pasas, al menos recicla las botellas. Yo aviso.

¿Cómo quitar el exceso de energía en el cuerpo?

¡Ay, la energía que sobra, un problemón del siglo XXI! Como cuando te tomas 10 cafés y luego intentas dormir la siesta.

Para bajar esa hiperactividad, te propongo cositas, ¿eh?:

  • ¡A dormir como un lirón! No vale eso de “duermo poco y rindo mucho”, eso es un mito. Si no descansas, tu cuerpo va a parecer una cafetera vieja, ¡que echa humo por todas partes! ¡Y con el café no arreglas nada, eh!

  • Estrés, ¡fuera de aquí! ¿Estrés? ¡Ni en pintura! Intenta relajarte, como si fueras una babosa tomando el sol. Si no puedes, ¡igual necesitas un exorcista, o una isla desierta! ¡O, igual, yo qué sé!

  • ¡Muévete, vago! Hacer ejercicio, dicen. ¡Como si fuera tan fácil! Pero es verdad, si no te mueves, la energía se te acumula como polvo debajo de la cama. ¡Y eso no es bueno!

  • ¡A tomar el aire! Sal a la calle, ¡que no te va a morder nadie! El aire fresco es como un reinicio para el cerebro, mejor que formatear el ordenador, oiga.

  • ¡Comida sana! Deja las pizzas y los donuts, ¡que te vas a poner como una bola! Come verduritas, frutitas, ¡como si fueras un conejo! Pero con más estilo, ¡claro!

  • ¡Sé buena gente! Trata bien a los demás, ¡y a ti mismo! Si eres un ogro, la energía negativa se te va a acumular como mala hierba en el jardín. ¡Y eso no mola nada!

Por cierto, si nada de esto funciona, ¡igual tienes superpoderes! ¡O un problema de verdad! ¡Consulta a un médico, no seas burro! ¡Que la salud es lo primero!

¡Ah! ¿Sabías que los conejos se comen sus propias cacas? ¡Pero tú no hagas eso, eh! ¡Que eso no te va a quitar la energía, sino que te va a dar una indigestión! ¡Y luego me echas la culpa a mí!

¿Cómo liberar electricidad estática del cuerpo?

¡Ay, esa electricidad estática, esa chispa traicionera que te deja como un gato recién electrificado! La clave está en ser más listo que ella, no en luchar contra la naturaleza como Don Quijote contra los molinos.

Tocar metal: ¡El clásico! Como darle un abrazo a un amigo metálico. Funciona porque la descarga es rápida y directa. Es como pagar la cuenta de la electricidad de golpe.

Ropa adecuada: Olvida la lana, esa es una fábrica de chispas. Prefiere el algodón, ¡un material más pacifista! Piensa en la ropa como en tu armadura antichispas. Este año, mi jersey de cachemir casi me electrocuta, ¡casi me deja sin cejas!

Antiestáticos: Productos mágicos que, como por arte de magia, neutralizan las chispas. En mi caso, este año he descubierto un spray que huele a limones y me impide convertirme en una bola de plasma.

Hidratación: ¡Sí, la piel seca es una antena parabólica para la electricidad estática! Beber agua como un camello en el desierto ayuda mucho. Este año, he adoptado el mantra “agua, agua, agua”.

Descalzo: Conectar a tierra. Es como hacer un grounding espiritual, pero para la electricidad estática. ¡Simple y efectivo! Pero si hay cristales rotos en el suelo, olvídalo.

Humidificadores: Aumentan la humedad ambiental, disminuyendo así la estática. Piensa en ellos como minúsculos bomberos, apagando el fuego de las chispas.

Pulseras antiestáticas: Una opción para frikis de la electrónica, pero eficiente. Son como pequeñas hadas guardianas que te protegen de las descargas.

Bonus track: ¡Evitar andar con las zapatillas de goma, esas auténticas antenas de energía estática! Mi vecina se electrocuta a diario y yo, que uso zapatillas de lona, no tengo el mismo problema. Es una verdad universal y obvia.

En resumen: Domina la electricidad estática con astucia, no con fuerza bruta. Es más fácil evitarla que combatirla como un valiente caballero andante. Recuerda: ¡la hidratación es clave!

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