¿Qué le pasa al cuerpo cuando recibe radioterapia?
La radioterapia, a altas dosis, ataca el ADN de las células cancerosas, inhibiendo su reproducción o provocando su muerte. Las células dañadas se desintegran y son eliminadas naturalmente por el organismo, contribuyendo a la reducción del tumor.
La Radioterapia: Un Viaje al Interior del Cuerpo y su Lucha Contra el Cáncer
La radioterapia es una herramienta poderosa en la lucha contra el cáncer, utilizada por oncólogos radioterápicos para destruir células cancerosas y controlar el crecimiento tumoral. Pero, ¿qué le ocurre realmente al cuerpo cuando se somete a este tratamiento? Lejos de ser una simple aplicación de “rayos”, la radioterapia desencadena una serie de procesos biológicos complejos que afectan tanto a las células malignas como, en menor medida, a las células sanas.
El principio fundamental de la radioterapia radica en su capacidad para dañar el ADN. Cuando el haz de radiación, cuidadosamente calibrado y dirigido, impacta sobre el tejido tumoral, deposita energía que altera la estructura molecular del ADN de las células cancerosas. Esto es crucial, porque el ADN es el “libro de instrucciones” que controla la vida y reproducción celular.
El Ataque al ADN: El Corazón de la Lucha
La radioterapia, administrada en dosis elevadas y fraccionadas a lo largo del tiempo, se concentra en atacar precisamente el ADN de las células cancerosas. El objetivo es provocar daños irreparables que impidan su capacidad de dividirse y multiplicarse, deteniendo así el crecimiento del tumor. Este daño al ADN puede manifestarse de dos maneras principales:
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Inhibición de la Reproducción: La radiación puede alterar el ADN lo suficiente como para que la célula sea incapaz de replicarse correctamente. Esto significa que, aunque la célula pueda seguir viva durante un tiempo, no podrá formar nuevas células cancerosas, frenando la expansión del tumor.
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Muerte Celular (Apoptosis): En casos de daño más severo al ADN, la célula cancerosa puede activar mecanismos internos de “autodestrucción”, un proceso conocido como apoptosis o muerte celular programada. La célula, al reconocer el daño irreparable, se desintegra de manera controlada, evitando la inflamación y el daño a los tejidos circundantes.
Después del Ataque: La Eliminación Natural
Una vez que las células cancerosas han sido dañadas por la radiación, ya sea impidiendo su reproducción o provocando su muerte, el cuerpo entra en acción para eliminar los restos celulares. El sistema inmunitario juega un papel fundamental en este proceso, identificando y fagocitando (ingiriendo y destruyendo) las células dañadas.
Los macrófagos, un tipo de glóbulo blanco, son los encargados de “limpiar” la zona irradiada, retirando los desechos celulares y los fragmentos de ADN dañados. Estos residuos son posteriormente procesados y eliminados a través de los sistemas de excreción del cuerpo.
Más Allá de las Células Cancerosas: Efectos en el Tejido Sano
Es importante señalar que, aunque la radioterapia se dirige principalmente a las células cancerosas, inevitablemente afecta también a las células sanas que se encuentran en la trayectoria del haz de radiación. Estas células sanas tienen mayor capacidad de reparación del ADN dañado, sin embargo, la radiación puede causar efectos secundarios temporales o a largo plazo.
Los efectos secundarios de la radioterapia dependen de la dosis de radiación, la ubicación del tumor y la salud general del paciente. Pueden incluir fatiga, irritación de la piel, caída del cabello en la zona irradiada, náuseas y vómitos. En algunos casos, pueden aparecer efectos secundarios más graves a largo plazo.
En Conclusión:
La radioterapia es un tratamiento complejo que actúa a nivel molecular, atacando el ADN de las células cancerosas para inhibir su reproducción o inducir su muerte. Las células dañadas son posteriormente eliminadas por el organismo, contribuyendo a la reducción del tumor. Si bien la radiación también afecta a las células sanas, el objetivo del tratamiento es maximizar el daño a las células cancerosas y minimizar los efectos secundarios en los tejidos sanos. La radioterapia, como parte integral del tratamiento oncológico, ofrece esperanza y posibilidades de recuperación para muchos pacientes con cáncer.
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