¿Qué órganos ataca la cándida?

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La candidiasis invasiva, consecuencia de la diseminación hematógena de la *Candida*, puede afectar órganos vitales como el cerebro, riñones, hígado y ojos, causando daño significativo. Su incidencia es baja en individuos inmunocompetentes.
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Más allá de la boca: la amenaza silenciosa de la candidiasis invasiva

La candidiasis, una infección causada por el hongo Candida, suele asociarse con la incómoda picazón vaginal o oral. Sin embargo, esta afección puede desarrollar una forma mucho más grave y peligrosa: la candidiasis invasiva. Esta forma, consecuencia de la diseminación de Candida a través del torrente sanguíneo (diseminación hematógena), presenta un riesgo considerable para la salud, afectando a órganos vitales y requiriendo un manejo médico inmediato y especializado.

A diferencia de la candidiasis superficial, la candidiasis invasiva no se limita a las membranas mucosas. Su naturaleza sistémica la convierte en una amenaza potencialmente mortal. El hongo, una vez en la circulación sanguínea, puede asentarse en órganos vitales, generando un proceso inflamatorio y daños considerables.

Uno de los órganos más afectados por la candidiasis invasiva son los riñones. La invasión del hongo puede generar una nefropatía, afectando la función renal y pudiendo llevar a la insuficiencia renal aguda. La diseminación también puede impactar el hígado, causando una hepatitis candidiásica con posibles complicaciones hepáticas graves. El cerebro no escapa a esta amenaza. Las lesiones cerebrales, a menudo en forma de abscesos, pueden aparecer a consecuencia de la diseminación hematógena, con implicaciones neurológicas severas y potencialmente devastadoras. Por último, pero no menos importante, los ojos también pueden resultar afectados, lo que puede acarrear problemas de visión, inflamación y en casos severos, la pérdida de la visión.

La incidencia de candidiasis invasiva es notablemente baja en individuos inmunocompetentes, es decir, aquellos con un sistema inmunológico funcional. Sin embargo, en personas con sistemas inmunitarios debilitados, como pacientes con VIH, trasplante de órganos, cáncer o sometidos a tratamientos inmunosupresores, el riesgo se eleva considerablemente. Este grupo poblacional debe ser especialmente consciente de los síntomas de infección sistémica y buscar atención médica de inmediato ante cualquier indicio.

Los síntomas de la candidiasis invasiva no son específicos y pueden confundirse con otras enfermedades. Algunos de ellos incluyen fiebre, escalofríos, dolor abdominal, debilidad generalizada y alteraciones neurológicas. La confirmación diagnóstica requiere de una serie de pruebas, incluyendo análisis de sangre, cultivos y, en ocasiones, biopsias de los órganos afectados.

Es crucial destacar que la pronta detección y tratamiento de la candidiasis invasiva es fundamental para minimizar las consecuencias potencialmente mortales. El tratamiento suele basarse en el uso de antifúngicos intravenosos, administrados bajo supervisión médica especializada. La elección del fármaco y la duración del tratamiento dependerán de la gravedad de la infección y la respuesta del paciente.

En resumen, la candidiasis invasiva es una amenaza subestimada que puede comprometer la salud de órganos vitales. La comprensión de sus posibles afectaciones y la vigilancia de los síntomas son esenciales para un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno, evitando las complicaciones devastadoras que esta infección sistémica puede generar.