¿Qué partes del cuerpo afectan la acidez estomacal?

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¡Uf, la acidez es horrible! Siento una presión en el pecho y garganta que me sube hasta la boca, dejándome un sabor amargo fatal. Además, me dan unas náuseas que me quitan las ganas de comer. A veces la acidez me provoca tos y me cuesta respirar, ¡es desesperante! No me deja dormir bien y al día siguiente me siento agotada.

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¡Ay, amiga, te entiendo perfectamente! La acidez es una verdadera pesadilla. Como tú, yo también he sufrido esa sensación horrible que describes, y créeme, sé lo desesperante que puede ser. No solo te arruina el momento, sino que te deja hecha polvo para el día siguiente.

Para entender un poco mejor por qué sufrimos tanto con la acidez, vamos a hablar de las partes del cuerpo que están involucradas en este proceso tan molesto. No es solo el estómago, ¡hay más implicados de lo que creemos!

El esófago: el primer damnificado

El esófago es el tubo que conecta tu boca con tu estómago. En su parte inferior, tiene un músculo llamado esfínter esofágico inferior (EEI), que actúa como una puerta. Normalmente, esta “puerta” se abre para dejar pasar la comida y luego se cierra para evitar que los ácidos del estómago se devuelvan. Cuando el EEI no funciona bien, ya sea porque está débil o se abre cuando no debe, ¡ahí es donde empieza el problema! El ácido estomacal sube por el esófago, irritando su delicada mucosa. Esa sensación de ardor en el pecho que sientes es precisamente la irritación del esófago.

El estómago: el origen del problema (y a veces, la solución)

Por supuesto, el estómago es la fuente del ácido que causa la acidez. Su función es digerir los alimentos con la ayuda de ácidos y enzimas. Normalmente, el estómago está preparado para resistir este ambiente ácido, pero el esófago, ¡no! Si el estómago produce demasiado ácido, o si la comida permanece mucho tiempo sin ser digerida (por ejemplo, si comes en exceso o consumes alimentos grasos), aumenta la presión en el estómago y es más probable que el ácido se escape hacia el esófago.

La garganta y la laringe: más allá del ardor

La acidez no se queda solo en el pecho. El ácido que sube puede llegar hasta la garganta (faringe) y la laringe, irritándolas y provocando síntomas como tos seca, ronquera, sensación de tener un nudo en la garganta, o incluso dificultad para tragar. A veces, esta irritación puede ser tan intensa que incluso puede afectar las cuerdas vocales. ¡Yo he terminado con la voz ronca después de una noche de acidez!

Los pulmones: ¡Cuidado con la aspiración!

En casos más graves, el ácido estomacal puede llegar a aspirarse hacia los pulmones. Esto significa que pequeñas cantidades de ácido entran en las vías respiratorias, causando irritación y, en algunos casos, incluso neumonía por aspiración. Por eso, si tienes acidez muy frecuente o muy intensa, es importante que lo consultes con un médico, para descartar complicaciones.

La boca y los dientes: un daño silencioso

Aunque no lo parezca, la acidez también puede afectar la boca y los dientes. El ácido estomacal es corrosivo y, si sube con frecuencia a la boca, puede erosionar el esmalte dental, aumentando el riesgo de caries y sensibilidad dental. Además, el ácido puede alterar el pH de la boca, favoreciendo la proliferación de bacterias que causan mal aliento.

Otras partes que pueden influir:

Aunque no son directamente afectadas por el ácido, otros órganos pueden influir en la acidez:

  • Diafragma: El diafragma es un músculo que separa el tórax del abdomen. Una hernia de hiato (cuando una parte del estómago se desplaza hacia arriba a través del diafragma) puede debilitar el EEI y facilitar el reflujo.
  • Intestinos: Problemas en el tránsito intestinal, como el estreñimiento, pueden aumentar la presión abdominal y contribuir a la acidez.

¿Y qué hago con todo esto?

Saber qué partes del cuerpo afecta la acidez es el primer paso para entender por qué te sientes tan mal y buscar soluciones. No te resignes a vivir así. Hay muchas cosas que puedes hacer para aliviar los síntomas y prevenir la acidez:

  • Cambios en la dieta: Evita los alimentos que te desencadenan la acidez (como los alimentos grasos, picantes, cítricos, chocolate, café, alcohol). Come porciones más pequeñas y más frecuentes en lugar de grandes comidas.
  • Cambios en el estilo de vida: Evita acostarte inmediatamente después de comer. Eleva la cabecera de la cama unos centímetros. Deja de fumar. Reduce el estrés.
  • Medicamentos: Hay medicamentos de venta libre que pueden aliviar la acidez, como los antiácidos. Pero si la acidez es frecuente o grave, consulta a tu médico, quien te puede recomendar medicamentos más fuertes, como los inhibidores de la bomba de protones (IBP).

Espero que esta información te sea útil y que pronto encuentres alivio a esa horrible acidez. ¡Ánimo, que se puede! Recuerda que es importante escuchar a tu cuerpo y buscar ayuda médica si es necesario. ¡Mucha suerte!