¿Qué pasa si me cepillo con bicarbonato y pasta dental todos los días?

Uf, ¿bicarbonato y pasta dental todos los días? A ver, la idea de una sonrisa súper blanca y brillante, ¿a quién no le tienta? Pero ojo, que no todo lo que brilla es oro. Me acuerdo de mi tía abuela, la pobre, que se empeñó en eso del bicarbonato a diario… ¿y qué pasó? Pues que terminó con las encías más sensibles que la piel de un bebé. Dolor, sangrado… ¡un desastre! Y es que, claro, el bicarbonato es abrasivo. Imagina, como si frotaras tu piel con una lija finita todos los días. ¿Suena bien? Pues no, ¿verdad?

Este artículo dice que usarlo tan seguido puede irritar e inflamar las encías. Y sí, tiene toda la razón. Es como… ¿cómo explicarlo? Como si te pasaras con el picante. Un poquito está bien, incluso te puede gustar, pero a diario… ¡Acabas con el estómago hecho polvo! Lo mismo con las encías. Además, si te cepillas fuerte, como yo que a veces me emociono, aún peor. Es que a ver, uno piensa: “Más fuerza, más limpieza”, pero no. Eso solo empeora las cosas. Con el bicarbonato, menos es más.

No sé, he leído por ahí –no me acuerdo dónde, la verdad– que el esmalte se puede dañar también. No tengo los datos exactos ahora mismo, pero vamos, que no creo que sea bueno abusar. Yo, por si acaso, lo uso solo de vez en cuando, como una especie de “tratamiento especial”. Y con cuidado, eh. Nada de cepillados estilo excavadora. Suavecito, con mimo. Que las encías son delicadas. ¿Para qué arriesgarse, no? Mejor prevenir que curar, que luego vienen los lloros… Y créeme, con las encías inflamadas, no hay sonrisa que valga.

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