¿Qué pasa si tengo 110 mg de glucosa en sangre?
¡Ay, 110 mg/dl! Eso me da un vuelco al estómago. Prediabético... suena a bomba de tiempo, ¿no? Me preocuparía muchísimo. No es una sentencia de muerte, pero es una señal de alerta gigante. Urge cambiar hábitos: dieta sana, ejercicio regular... ¡Ya! No quiero llegar a la diabetes tipo 2, es una lucha constante y difícil. Es hora de tomar el toro por los cuernos y actuar antes de que sea demasiado tarde. ¡Visita al médico, ¡ya!
¡110 mg/dl! Ay, Dios mío… Cuando vi ese número en el medidor, se me heló la sangre. ¿110? ¿Prediabético? Suena… fatal, ¿no? Como una especie de sentencia suspendida, una espada de Damocles colgando sobre mi cabeza. Me entró un miedo horrible, la verdad. Recuerdo a mi abuela, peleando con la diabetes tipo 2 durante años… las inyecciones, las restricciones, el cansancio constante… No quiero eso para mí, ni para nadie.
Claro, no es el fin del mundo, ¿o sí? Sé que se puede controlar, que hay gente que lo hace. Pero… ¿y si no puedo? ¿Y si me descuido y llego a la diabetes de verdad? Esa idea me da pánico. Es que… piensas en todo lo que implica, ¿sabes? Cambios radicales en la dieta, adiós a ciertos placeres… ¡Y el ejercicio! Uf, eso sí que se me atraganta. Yo, que soy más de sofá y manta que de maratones… Pero, ¿qué otra opción tengo?
Me acuerdo de mi amigo Juan, que también estaba prediabético. Lo dejó pasar… y ahora está con medicación. Su caso me sirve de lección, una advertencia en mayúsculas. Dice que si lo hubiese tomado en serio antes, todo sería mucho más fácil ahora. Sus palabras resuenan en mi cabeza, como un eco de advertencia. ¡Tienen que resonar en la mía también!
Y es que… hay que ser realista. Según lo que he leído, ¡un 70% de las personas con prediabetes desarrollan diabetes tipo 2 en diez años! ¡7 de cada 10! ¡Es una barbaridad! Eso me lo dijo la doctora, por cierto. No es una estadística fría, son personas reales, vidas afectadas… la mía también podría ser una de ellas.
Así que, sí, la visita al médico es inmediata. Es la decisión más importante que he tomado en mucho tiempo. Dejaré de comer dulces a saco, empezaré a caminar más… y quién sabe, igual hasta me apunto a un gimnasio. ¡Lo intentaré! Esto no es una cuestión de dieta, es una cuestión de vida. Es mi salud, mi futuro… y no pienso dejar que se me escape entre los dedos.
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