¿Qué pasa si una herida tiene fibrina?

Vale, aquí va mi intento de darle un toque más personal y humano al texto sobre la fibrina:

¿Qué pasa si una herida tiene fibrina? A ver, ¿a quién no le ha salido alguna vez una herida? Rasguños, cortes… cosas de la vida, ¿no? Pero bueno, el caso es que si veo que mi herida tiene fibrina… ¡uf! ¡Respiro aliviada! No sé si a vosotros os pasa igual, pero para mí es como una señal de que todo va bien.

Esa cosita amarilla, esa fibrina, no es más que el cuerpo poniéndose manos a la obra. ¡Es como un mini-andamio! ¿Os imagináis? Las células nuevas, pobrecitas, necesitan algo donde agarrarse, ¿verdad? Pues la fibrina es justo eso: un puente para que la piel se regenere y vuelva a estar como nueva.

Me quedo flipada, de verdad, con la capacidad que tiene el cuerpo para curarse a sí mismo. ¿No os parece increíble? La fibrina ahí, creando una barrera protectora… Es fascinante, ¡no me canso de pensarlo!

Recuerdo una vez, de pequeña, que me caí jugando al fútbol (sí, ya era un poco torpe). Me hice una herida bastante fea en la rodilla. Al principio, ¡qué susto! Pero mi abuela, que siempre ha sido muy sabia, me dijo: “No te preocupes, niña, mira, ya está saliendo la fibrina. Eso significa que se va a curar”. Y efectivamente, poco a poco, la herida se fue cerrando y ahora solo me queda una pequeña cicatriz como recuerdo de aquel día.

Así que sí, para mí, ver fibrina en una herida es una buena señal. Una señal de que la vida sigue su curso y que mi cuerpo, aunque a veces le castigue un poco, ¡sabe cómo arreglarse! ¿No os pasa que a veces os sentís orgullosos de vuestro cuerpo por cosas así? Yo sí, la verdad.