¿Qué provoca la falta de vitaminas y minerales en el cuerpo?

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La carencia de vitaminas y minerales impide la correcta formación de glóbulos rojos, volviéndolos ineficientes en el transporte de oxígeno. Esta deficiencia se manifiesta en fatiga, disnea y mareos, remediable con suplementación vitamínica oral o parenteral, según la necesidad.

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La Silenciosa Amenaza: Causas y Consecuencias de la Deficiencia de Vitaminas y Minerales en el Cuerpo

Vivimos en una era de abundancia alimentaria, pero paradójicamente, la carencia de vitaminas y minerales sigue siendo un problema de salud pública global, afectando a personas de todas las edades y estratos sociales. Entender qué provoca esta deficiencia es crucial para prevenir sus consecuencias y mantener una salud óptima.

A diferencia de las proteínas, grasas o carbohidratos, las vitaminas y minerales son micronutrientes, es decir, necesarios en pequeñas cantidades, pero absolutamente indispensables para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Son cofactores esenciales en miles de reacciones bioquímicas, desde la producción de energía hasta la reparación celular, pasando por la función inmunológica y el desarrollo neurológico. Cuando su aporte es insuficiente, el cuerpo comienza a resentirse.

¿Pero qué factores contribuyen a la deficiencia de estos elementos vitales? La respuesta es compleja y multifactorial:

  • Dieta Inadecuada: Esta es, con diferencia, la causa más común. Una alimentación basada en alimentos ultraprocesados, pobre en frutas, verduras, legumbres y granos integrales, inevitablemente conduce a un déficit de vitaminas y minerales. Las dietas restrictivas, motivadas por modas pasajeras o regímenes estrictos sin supervisión profesional, también pueden generar carencias significativas. El consumo excesivo de alcohol y tabaco interfiere con la absorción y utilización de ciertos nutrientes.

  • Problemas de Absorción: Incluso consumiendo una dieta equilibrada, algunas personas pueden tener dificultades para absorber adecuadamente las vitaminas y minerales. Enfermedades como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la fibrosis quística dañan el revestimiento del intestino delgado, impidiendo la absorción óptima de nutrientes. Cirugías que involucran la resección de parte del intestino delgado también pueden tener este efecto.

  • Aumento de las Necesidades Nutricionales: En ciertas etapas de la vida, las necesidades de vitaminas y minerales aumentan considerablemente. El embarazo y la lactancia son ejemplos paradigmáticos, ya que la madre necesita nutrientes adicionales para sustentar el crecimiento y desarrollo del feto o del bebé. La infancia y la adolescencia, períodos de rápido crecimiento, también demandan un mayor aporte de micronutrientes. Asimismo, situaciones de estrés físico o emocional, enfermedades crónicas e incluso la práctica deportiva intensa pueden elevar las necesidades nutricionales.

  • Interacción con Medicamentos: Algunos medicamentos pueden interferir con la absorción o el metabolismo de las vitaminas y minerales. Por ejemplo, ciertos antibióticos pueden afectar la flora intestinal, reduciendo la producción de vitamina K y algunas vitaminas del grupo B. Los antiácidos, utilizados para aliviar la acidez estomacal, pueden disminuir la absorción de hierro y vitamina B12. Es fundamental informar al médico sobre cualquier medicamento que se esté tomando para evaluar posibles interacciones y ajustar la dieta o considerar la suplementación si es necesario.

  • Edad Avanzada: Con el envejecimiento, se produce una disminución en la producción de ácido gástrico, lo que dificulta la absorción de vitamina B12, hierro y calcio. Además, las personas mayores a menudo tienen una menor ingesta de alimentos debido a la pérdida de apetito, problemas dentales o dificultades para cocinar, lo que contribuye a la deficiencia de nutrientes.

Consecuencias de la Deficiencia:

Las consecuencias de la deficiencia de vitaminas y minerales son variadas y dependen del nutriente específico que falta. Uno de los ejemplos más comunes es la anemia ferropénica, provocada por la falta de hierro, que impide la correcta formación de glóbulos rojos, volviéndolos ineficientes en el transporte de oxígeno. Esta deficiencia se manifiesta en fatiga, disnea (dificultad para respirar) y mareos, remediable con suplementación vitamínica oral o parenteral, según la necesidad. Otras consecuencias incluyen problemas de visión (deficiencia de vitamina A), debilidad ósea (deficiencia de vitamina D y calcio), problemas neurológicos (deficiencia de vitamina B12) y un sistema inmunológico debilitado (deficiencia de vitamina C y zinc).

En conclusión, la deficiencia de vitaminas y minerales es un problema prevenible y tratable. Promover una dieta equilibrada, rica en alimentos frescos y variados, identificar y tratar problemas de absorción, prestar atención a las necesidades nutricionales específicas en diferentes etapas de la vida y ser conscientes de las interacciones medicamentosas son medidas clave para garantizar una salud óptima y prevenir las consecuencias adversas de la carencia de estos micronutrientes esenciales. Ante la sospecha de una deficiencia, la consulta con un profesional de la salud (médico o nutricionista) es fundamental para realizar un diagnóstico preciso y establecer un plan de tratamiento adecuado.