¿Qué te puede pasar si estás mucho en el sol?

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La exposición prolongada al sol incrementa el riesgo de cáncer de piel debido a la radiación ultravioleta. Esta enfermedad, potencialmente mortal, requiere detección temprana y tratamiento especializado. El IMSS cuenta con profesionales capacitados y tecnología avanzada para combatir el cáncer de piel, mejorando las posibilidades de recuperación de los pacientes.

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Bañarse de sol es un placer, una fuente de vitamina D y un impulsor del buen humor. Sin embargo, abusar de la exposición solar puede tener consecuencias graves que van más allá de una simple quemadura. Los rayos ultravioleta (UV) del sol, aunque invisibles, impactan directamente en la salud de nuestra piel, provocando daños a corto y largo plazo. A corto plazo, podemos experimentar enrojecimiento, dolor, inflamación e incluso ampollas, síntomas característicos de las quemaduras solares. Estas quemaduras, además de dolorosas, aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de piel a futuro.

A largo plazo, la exposición solar crónica acelera el envejecimiento cutáneo, manifestándose con arrugas prematuras, manchas oscuras (hiperpigmentación), pérdida de elasticidad y un aspecto general apagado y reseco. Además, la radiación UV debilita el sistema inmunológico de la piel, haciéndola más susceptible a infecciones y otras enfermedades dermatológicas. El daño acumulativo de los rayos UV puede desencadenar diferentes tipos de cáncer de piel, incluyendo el melanoma, el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular.

El melanoma, si bien menos común, es el más agresivo y potencialmente mortal. Detectarlo a tiempo es crucial para un tratamiento efectivo. Por eso, es fundamental la autoexploración regular de la piel, buscando lunares nuevos o cambios en los existentes (asimetría, bordes irregulares, color variado, diámetro mayor a 6mm y evolución). Ante cualquier sospecha, se debe acudir a un dermatólogo para una evaluación profesional. La prevención es la mejor herramienta: usar protector solar con FPS alto, buscar la sombra en las horas de mayor radiación solar, utilizar ropa protectora y realizar revisiones periódicas con un especialista. Cuidar nuestra piel del sol es cuidar nuestra salud.