¿Qué tomar si tengo las amígdalas con pus?

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Para aliviar las amígdalas con pus, realiza gárgaras con agua tibia ligeramente salada (1,5g de sal en 237ml de agua). Complementa con reposo, abundante líquido, dieta blanda y analgésicos de venta libre como ibuprofeno o acetaminofén, según indicación médica.

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Amígdalas con pus: ¿Qué puedo hacer para aliviar el malestar?

Ver esas placas blanquecinas o amarillentas en las amígdalas, acompañadas de dolor al tragar, puede ser bastante alarmante. Estas placas suelen ser pus, un signo común de amigdalitis, generalmente causada por una infección bacteriana o viral. Si bien es fundamental consultar a un médico para un diagnóstico preciso y tratamiento adecuado, existen algunas medidas que puedes tomar en casa para aliviar el malestar mientras esperas la cita médica.

Una de las formas más sencillas y eficaces de aliviar el dolor de garganta y la irritación causada por las amígdalas con pus son las gárgaras con agua tibia con sal. La sal actúa como un suave antiséptico y ayuda a reducir la inflamación. Para preparar la solución, disuelve aproximadamente media cucharadita de sal (1,5 gramos) en un vaso de agua tibia (237 ml). Haz gárgaras con esta solución varias veces al día, asegurándote de no tragarla. Este remedio casero tradicional puede ofrecer un alivio temporal del dolor y la incomodidad.

Además de las gárgaras con agua salada, el reposo es crucial para la recuperación. Tu cuerpo necesita energía para combatir la infección, por lo que descansar adecuadamente es fundamental. Evita actividades extenuantes y prioriza el sueño.

Mantenerse hidratado también es esencial. Bebe abundante líquido, como agua, infusiones tibias (como manzanilla o miel con limón) y caldos. Los líquidos ayudan a mantener la garganta humectada y a diluir la mucosidad, facilitando la deglución. Evita las bebidas azucaradas o ácidas, ya que pueden irritar aún más la garganta.

Opta por una dieta blanda que sea fácil de tragar. Alimentos como purés, sopas, yogures y helados pueden ser buenas opciones. Evita alimentos duros, crujientes o picantes que puedan agravar el dolor.

Para controlar el dolor y la fiebre, puedes considerar analgésicos de venta libre como ibuprofeno o acetaminofén. Sin embargo, es importante seguir las indicaciones del prospecto o consultar con un farmacéutico o médico, especialmente si tienes alguna condición médica preexistente o estás tomando otros medicamentos.

Recuerda que estas medidas son solo para aliviar los síntomas. Si el dolor es intenso, la fiebre persiste o los síntomas empeoran, es imprescindible buscar atención médica. El médico podrá determinar la causa de la infección y prescribir el tratamiento adecuado, que puede incluir antibióticos en caso de una infección bacteriana. Nunca te automediques y siempre consulta con un profesional de la salud para un diagnóstico y tratamiento adecuados. Un diagnóstico preciso y un tratamiento oportuno son fundamentales para una recuperación completa y para evitar posibles complicaciones.