¿Quién soporta mejor el alcohol?

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La tolerancia al alcohol no indica fortaleza ni virilidad. Resistir altas dosis puede ser señal de un organismo habituado, lo cual implica un mayor riesgo de desarrollar dependencia. Este aguante no es positivo, sino una posible señal de alerta.

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La falsa medalla del aguante: ¿Quién soporta “mejor” el alcohol?

A menudo, en reuniones sociales, surge la figura del que “aguanta” más alcohol. Se le rodea de una aura de admiración, casi de respeto. Se le atribuye una fortaleza, una virilidad, incluso una superioridad física. Pero esta percepción, tan arraigada en la cultura popular, es un peligroso espejismo. La tolerancia al alcohol no es un indicador de fortaleza, sino un posible síntoma de un problema mucho mayor.

La capacidad de ingerir grandes cantidades de alcohol sin mostrar signos evidentes de intoxicación no es una habilidad, sino una adaptación del organismo. El cuerpo, al ser expuesto repetidamente a altas dosis de alcohol, desarrolla mecanismos para metabolizarlo más rápidamente. Este proceso, lejos de ser positivo, implica una mayor tolerancia, lo que significa que se necesitan dosis cada vez mayores para alcanzar el mismo efecto. Este fenómeno es un claro indicador de un camino hacia la dependencia.

Imaginemos dos personas: una que se embriaga con una copa de vino y otra que necesita varias botellas para sentir los mismos efectos. ¿Quién “soporta mejor” el alcohol? La respuesta, contraria a la creencia popular, es la primera. Su organismo, al no estar habituado, reacciona ante una cantidad moderada de alcohol. La segunda persona, en cambio, ha desarrollado una tolerancia que la obliga a consumir cantidades excesivas, poniendo en serio riesgo su salud.

La “resistencia” al alcohol es, en realidad, una señal de alerta. Un cuerpo habituado al alcohol no es un cuerpo fuerte, sino un cuerpo que se está adaptando a una sustancia tóxica. Esta adaptación conlleva una serie de consecuencias negativas, que van desde problemas de salud física, como daño hepático y enfermedades cardiovasculares, hasta problemas de salud mental, como depresión y ansiedad.

Debemos desmitificar la idea de que la tolerancia al alcohol es sinónimo de fortaleza. Es fundamental comprender que la capacidad de ingerir grandes cantidades de alcohol sin mostrar efectos inmediatos no es un logro, sino un posible indicativo de un problema de dependencia en desarrollo. En lugar de admirar el “aguante”, debemos promover un consumo responsable y consciente, priorizando la salud por encima de cualquier falsa demostración de resistencia. La verdadera fortaleza reside en el autocontrol y en la capacidad de disfrutar con moderación, protegiendo nuestro bienestar físico y mental.