¿Qué documento se utiliza para acreditar la propiedad de un inmueble?

Vale, aquí vamos. A ver si puedo darle un toque más personal y cercano a esto de los documentos de propiedad.

¿Qué documento… ah, esa pregunta me suena! ¿Qué documento acredita que, efectivamente, esa casa, ese terreno, ese pedacito de mundo, es tuyo? Porque uno trabaja, se esfuerza, ahorra… y al final, quiere tener algo tangible, ¿no?

Pues mira, lo principal, lo que de verdad importa, es la escritura pública de compraventa o la escritura de adjudicación. Ahí es donde está la chicha, el meollo del asunto. Me acuerdo cuando compré mi primer apartamentito, ¡qué nervios! La firma de la escritura, uff, como si me casara. Pero luego, tener ese papel en la mano… ¡uf! Era mío, por fin mío.

El recibo del impuesto predial, sí, lo tienes que pagar religiosamente. Te da una idea de que estás al día, de que tienes una relación con ese bien, pero no es la prueba, ¿sabes? Es como… tener la llave de una casa que no te pertenece. Te deja entrar, pero no te da el derecho a decir: “¡Eh, esta es mi casa!”.

A ver, yo entiendo que a veces uno se confunde. El recibo del predial lo tienes siempre a mano, lo pagas cada año, es como una rutina. Pero la escritura… esa está guardada, bien guardadita, en una carpeta o en la notaría, esperando ser el as bajo la manga.

Y es que, al final, la escritura pública es la única que legalmente te da la potestad de decir “Este inmueble, es mío y de nadie más”. Punto.

Me acuerdo de una amiga que tuvo un lío con la casa de sus abuelos. No encontraban la escritura original, ¡un drama! Tuvieron que buscar en el registro, ir a la notaría, un jaleo tremendo. Al final la encontraron, pero la lección es clara: cuida esa escritura como si fuera oro, porque en realidad, lo es. Es tu tranquilidad, tu seguridad, tu legado.

Así que ya sabes, si te preguntan qué documento acredita la propiedad de un inmueble, no lo dudes: la escritura. El resto… bueno, el resto son adornos. Pero la escritura, esa es la que vale. ¿No crees?