¿Qué desventajas tiene usar el modo incógnito?

A ver, ¿quién no ha usado el modo incógnito alguna vez? Yo lo confieso, lo uso bastante. Pensaba, ilusa de mí, que era como una capa de invisibilidad digital. Como si de repente me convirtiera en un fantasma en la red. ¿Verdad que suena a película de espías? Pues no, nada más lejos de la realidad.

Sí, es cierto que si le dejo el portátil a mi madre, no verá que he estado mirando vuelos a Bali (¡sorpresa, mamá!), o que he pasado horas viendo vídeos de gatitos tocando el piano. Eso está bien, es práctico para esa privacidad… digamos, doméstica. Pero, ¿de verdad creía que nadie más veía lo que hacía? ¡Qué ingenua!

Resulta que mi proveedor de internet, ese gran hermano digital, lo ve todo. Y si estoy en el trabajo, mi jefe también podría (mejor no lo pienso mucho). Y ni hablar de los sitios web que visito, ¡ellos saben perfectamente quién soy! Me imagino a Google, con su logo multicolor, riéndose entre dientes: “¡Mira, otra vez mirando gatitos pianistas!”.

Es decir, que el modo incógnito me protege de mi familia, vale, pero no de los verdaderos peligros. Sigue estando el malware, el phishing… todas esas cosas feas que dan miedo solo de nombrarlas. Una vez casi caigo en una de esas trampas, un correo electrónico que parecía de mi banco… ¡Menos mal que me di cuenta a tiempo! Si hubiera estado en modo incógnito, habría caído igual. Eso me hizo entender que no es una armadura mágica.

Así que, digamos que es útil para ciertas cosillas, para borrar las huellas en casa. Pero no es un escudo protector contra los malos de internet. Es como esconderse detrás de una cortina transparente, ¿no? Te da una falsa sensación de seguridad, pero en realidad estás bastante expuesto. Al final, la verdadera seguridad está en ser cuidadoso, en usar la cabeza, y en tener un buen antivirus. Eso sí que es una capa de invisibilidad de verdad, o al menos, algo que se le parece.