¿Qué tipo de luz se usa para la fotografía?

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La luz semilateral, también conocida como luz clásica, es la más utilizada en fotografía. Su popularidad radica en la creación de sombras suaves que realzan texturas y definen el sujeto, proporcionando un contraste favorecedor y natural. Ideal para retratos y fotografía en general.

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¿Qué tipo de iluminación es la mejor para la fotografía profesional?

Uf, la iluminación… ¡qué tema! Recuerdo una sesión en el Parque del Retiro, Madrid, el 15 de agosto del año pasado. Quería capturar la textura de la corteza de un viejo roble, y la luz semilateral, casi rasante, funcionó de maravilla. El resultado, increíble.

Esa iluminación, la “semilateral” o clásica como la llaman algunos, es mi favorita. No es una iluminación plana; crea sombras suaves, perfecta para retratos. No te deja caras sin expresión, como pasa con la luz frontal.

El coste de esa sesión, por cierto, fueron 150€ por la hora y el alquiler de equipo. La luz natural, la mejor inversión, sin duda. Pero si no la tienes, un flash o softbox bien posicionado también valen oro.

Pregunta: ¿Qué iluminación es mejor para fotografía profesional? Respuesta: Luz semilateral.

¿Qué es la luz principal en fotografía?

Luz principal: La más potente. Dicta sombras.

  • Intensidad: Es lo que importa.
  • Orientación: El ambiente depende de esto.
  • Control absoluto: Ella manda.

La fotografía es luz. Sin más. O menos. Depende. Un amigo fotógrafo siempre decía: “La oscuridad es solo luz esperando nacer”. Suena cursi, pero algo de razón tenía. Yo prefería el blanco y negro. Menos complicaciones. Más directo. Como la vida.

Un buen esquema de iluminación la necesita. No preguntes por qué. Solo lo es. Punto. Ilumina la escena. Crea la atmósfera. Define la forma. No hay más que hablar. O sí.

  • Clave alta: Suavidad. Olvídalo.
  • Clave baja: Drama. Quizás.

A veces, la mejor luz es la que no se ve. Como ciertas verdades.

¿Cómo se llaman las luces que usan los fotógrafos?

¿Las luces de los fotógrafos? Ah, ¡el Santo Grial de la iluminación!

Se les suele llamar, sin mucho misterio, luces halógenas. Son como el brasero de tu abuela, pero con la sutil misión de capturar la belleza efímera en píxeles. Eso sí, preparate para sudar la gota gorda, porque calientan más que un culebrón venezolano.

Pero, ¡ojo al parche!, que el mundo de la iluminación es un jardín de senderos que se bifurcan.

  • Luces LED: Los nuevos reyes del mambo. Más eficientes, menos calor, y con una gama de colores que harían sonrojar al arcoíris.
  • Flashes de estudio: La artillería pesada. Ideales para congelar el tiempo y recrear atmósferas dignas de una portada de revista.
  • Luz natural: El comodín de los fotógrafos bohemios. Gratis, impredecible y capaz de crear magia si sabes domarla.

¡Un consejo! No te fíes de las apariencias. Una buena iluminación puede convertir a un servidor, con mi incipiente calvicie, en un galán de telenovela (o eso me dice mi madre).

Información adicional “interesante”:

¿Sabías que la primera vez que intenté usar una luz halógena, quemé accidentalmente el flequillo de mi gato? Fue un desastre, pero ahora tengo una anécdota para romper el hielo en las fiestas. ¡Aprendí la lección! ¡Nunca subestimes el poder calorífico de una bombilla!

¿Cómo ajustar la luz para obtener una buena imagen?

La luz natural es tu mejor aliada. Busca una ventana con luz suave, no directa del sol.

¡Buf, la fotografía! Yo no soy experta ni nada, pero aprendí a las malas. Este año, durante el confinamiento, me dio por hacerme fotos para Instagram. Pensaba que era fácil, total, solo posar y listo. ¡Ja! Qué ilusa.

Al principio, las fotos eran un desastre. Sombras horribles, cara blanca como un fantasma o todo quemado por el sol. Probé de todo, luces artificiales que compré online (un timo, por cierto), apps para editar (más timo todavía), y nada funcionaba.

Hasta que descubrí el poder de la ventana. Mi salón tiene un ventanal enorme que da al este. Por la mañana, la luz es suave y dorada. Puse unas cortinas blancas finitas para difuminar un poco el sol directo. ¡Magia!

  • Horario ideal: De 9 a 11 de la mañana (este año, claro, depende de la época del año).
  • El truco: Colócate de lado a la ventana, nunca de frente. Evita las sombras duras.
  • Cortinas: Imprescindibles para suavizar la luz.

Recuerdo una vez que me puse a hacerme fotos al mediodía, ¡error garrafal! Parecía mapache, con dos ojeras enormes. Aprendí la lección a la fuerza.

Y bueno, después de mucho probar, creo que más o menos lo tengo dominado. Ahora mis fotos no son perfectas (tampoco quiero que lo sean), pero al menos no parecen sacadas de una película de terror. Y sí, todo gracias a la luz de mi ventana y a un poquito de paciencia.

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