¿Cómo se le llama a la costa de Barcelona?
¡Ay, la Costa del Maresme! Para mí, es mucho más que una simple línea costera. Es un susurro de olas, un lienzo de azules infinitos, un aroma a salitre y pinos que me evoca recuerdos imborrables de veranos soleados. Es la imagen de calas escondidas, pueblos con encanto y un sol radiante que acaricia la piel. Un pedacito de paraíso mediterráneo, sin duda, con una energía vital que te llena el alma.
Costa del Maresme… ¿Verdad? Más que un nombre, ¿no crees? Para mí es… uff, no sé ni cómo explicarlo. Es como una vieja amiga, de esas que te conocen de toda la vida. Recuerdo de pequeña, con mis padres, ir a pasar los fines de semana por ahí. El olor a crema solar, a sardinas asándose en la playa… ¿Te acuerdas de ese olor? Yo lo tengo grabado a fuego.
La Maresme es mucho más que playa, aunque sus playas… ¡qué playas! Calas pequeñitas, escondidas entre las rocas, donde el agua es cristalina, casi irreal. Y esas tardes interminables, construyendo castillos de arena que la marea, inevitablemente, se llevaba. ¿Quién no ha llorado por un castillo de arena? Yo sí, ¡y más de una vez!
Luego están los pueblos… Arenys de Mar, con su puerto pesquero, tan auténtico. Recuerdo una vez que fuimos a comer a un restaurante allí, creo que era “Can Majoral”… ¡Madre mía, qué paella! Todavía me acuerdo del sabor. Calella, Mataró… Cada uno con su encanto particular.
Y el azul… ese azul intenso del Mediterráneo. A veces pienso que ningún otro mar tiene ese color, ¿no te parece? Un azul que te hipnotiza, que te invita a soñar despierto. Dicen que la Costa del Maresme tiene más de 50 kilómetros de playas… no sé si serán tantos, pero sí sé que hay para perderse, para desconectar, para recargar pilas.
Es un lugar con una energía especial, de verdad. No sé si será por el sol, por el mar, por la gente… pero te atrapa. Y siempre quieres volver. Yo, al menos, siempre vuelvo.
#Barcelona: #Costa Brava #Costa Dorada