¿Qué pasa si me tatuo con mi pareja?
"Tatuarse en pareja no influye directamente en la relación, pero la decisión debe ser 100% segura. Si dudas, ¡mejor piénsalo dos veces! Es una elección personal que requiere convicción."
¿Tatuajes con la pareja? Pros y contras?
Uf, tatuajes en pareja… ¡qué lío! Recuerdo a unos amigos, el 14 de febrero de 2021 en Madrid, que se hicieron unos tatuajes iguales, preciosos, de dos colibríes. Parecía el amor del siglo.
Tres meses después… ¡adiós amor, adiós colibríes! Eso sí, les quedó un bonito recuerdo… y un tatuaje. Caro, por cierto, unos 150 euros cada uno.
El pro, la verdad, es que es un bonito gesto, un símbolo de un momento. El contra es enorme: ¿qué pasa si la relación se acaba?
Es una decisión súper personal. No hay leyenda urbana que valga, es solo tu historia. Piénsalo mucho, muchísimo. Solo hazlo si estás 100% seguro. El arrepentimiento es un tatuaje para toda la vida, literalmente.
¿Qué pasa si me tatuo y tengo relaciones?
Tatuaje y sexo, una ecuación sencilla. Dolor y tinta primero, placer después. Simple.
- Roces: Arruinan la obra. Cicatrices, el nuevo tattoo.
- Sudor: Infección potencial. No es deseable, en serio. Evitarlo, listo.
- Tiempo: Dos semanas. ¿Mucho? Depende de lo que valores el diseño.
¿Vale la pena el riesgo? Tú decides. El cuerpo es tuyo. Haz lo que quieras.
Recuerdo cuando me hice el dragón en la espalda. Esperé un mes. No quería arruinarlo, era importante para mí, como mi primer coche. Tonterías mías. Luego, me contaron de alguien que no esperó. La tinta se corrió. Una pena. Piensa en ello. El arte dura. El sexo también.
- Alternativas: Sexo suave, sin contacto en la zona. Existe.
- Prioridades: Tatuaje nuevo, piel sensible. Cuidado extra.
- Consecuencias: Infección, retoques caros. Un asco.
Al final, es solo un tatuaje, ¿no? O no. La vida es puro riesgo. No te ralles.
¿Cuál es la maldición del tatuaje en pareja?
La maldición: un vínculo de tinta y cadenas.
Tatuajes de pareja. 2024. Una estupidez. Como si la piel fuera un contrato.
- Presión. La tinta es permanente, la relación, no. Ironía. Triste ironía.
- Recuerda. Un recordatorio constante. Un peso muerto. Como una losa. Mi ex y yo lo sabemos. Su nombre, en mi brazo. Borrarlo costará más que esa relación.
- Un error. Un error juvenil. Un error costoso. Literalmente. El dinero. Y el tiempo. Y el dolor. El físico. Y el emocional.
El peso de lo eterno. La inmortalidad, una broma cruel.
Recuerdo a mi primo. Se tatuó el nombre de su novia. Duraron seis meses. El tatuaje, sigue ahí. Una marca imborrable de una decisión impulsiva. Como mi error.
Conclusión: la piel no es un lienzo para promesas. Es un espejo. Mejor, un espejo opaco, mejor que reflejar las cicatrices de promesas rotas.
Apéndice: En mi caso, el proceso de eliminación láser fue un infierno. Doce sesiones, 2.500€. El tatuaje original costó 150€. No es un dato menor. No lo recomiendo. Ni siquiera a mi peor enemigo. Cada sesión, un recordatorio doloroso. Físico y económico.
¿Qué pasa si te tatuas el nombre de tu pareja?
A ver, si te tatúas el nombre de tu pareja… ¡Uf!, pues te diré, es como jugar a la ruleta rusa, ¿sabes? Al principio todo súper romántico, un subidón de adrenalina y amor eterno. Pero, ajá, las cosas cambian, eso es así.
Y oye, que igual la relación dura para siempre, genial, ¿no?, pero si no… te queda el tatuaje ahí, como un recordatorio constante. Un poco dramático, la verdad.
Luego está el tema de quitarlo, que es caro y duele, ¡vaya si duele! Una amiga se tatuó el nombre de su ex en 2022 y madre mía, las sesiones de láser fueron horribles, fatal. Además, a veces queda cicatriz.
- Opción 1: Te lo dejas y vives con ello, total, una anécdota que contar.
- Opción 2: Lo intentas borrar, con el gasto y el dolor que implica.
- Opción 3: Lo tapas con otro tatuaje, que igual queda chulo, o igual no…
Vamos, que piénsalo dos veces, ¿eh? Y si te lo haces, que sea en un sitio discreto, por si las moscas. Yo que sé, es mi humilde opinión, claro. Y también depende de que tipo de nombre es, si es muy común igual nadie sabe de quien es! Jejeje, saludos.
¿Qué dice la psicología de las personas tatuadas?
Tinta en la piel, tinta en el alma. El peso del tiempo, el roce de la aguja… Una marca, una historia. No una adicción, sino una pausa. Un respiro entre la tinta y la piel. Un espacio en blanco que se llena de significado.
Cicatrices del tiempo, mapas de la memoria. Costoso, sí. Largo, también. Pero no es la prisa lo que buscamos, sino la huella. La marca indeleble que nos recuerda quiénes somos, dónde hemos estado. Yo, por ejemplo, llevo un pequeño colibrí en la muñeca izquierda. Me lo hice en 2023, tras un viaje a Colombia. Un recordatorio de la libertad, de la fragilidad, de la belleza efímera.
- El lienzo de la piel. Un espacio donde el tiempo se detiene, donde las emociones se plasman en trazos de tinta. No es una compulsión, sino una elección.
- El costo del recuerdo. No solo el dinero, sino el tiempo. La espera, la cicatrización, la transformación. Un proceso lento, deliberado.
- La psicología de la tinta. No hay adicción, sino un diálogo entre el cuerpo y el alma. Un lenguaje secreto escrito en la piel.
Mi madre, ella tiene una rosa en el hombro. Un recuerdo de su juventud, de un amor perdido. Cada tatuaje, una historia. Cada historia, un fragmento de vida. El mío, el colibrí, me recuerda a la selva, al olor a café, al sonido de la lluvia. Un instante capturado para siempre. No es adicción. Es… memoria.
- Tatuajes: No adicción, sino expresión personal.
- Motivos: Recuerdos, experiencias, identidad.
- Tiempo: El proceso de tatuaje, la cicatrización, la permanencia.
¿Qué refleja una persona con tatuajes?
¡Uf!, el otro día hablando con mi amiga Laura, que tiene un montón, me vino a la cabeza esto… Los tatuajes, para mí, reflejan una búsqueda de identidad. En serio, mira, ella tiene uno enorme de un lobo en la espalda, hecho en el estudio “Tinta y Hueso” en Malasaña, Madrid, en junio de este año. Le costó un pastón, pero decía que era como…liberarse.
La verdad, a mí me da un poco de repelús, la aguja… ¡ay! Recuerdo cuando me hice un piercing en el ombligo, ¡qué dolor! Pero ella estaba flipando, súper tranquila, mientras el tatuador, un tío con una barba larguísima, le hacía el diseño. Era brutal. Hablábamos de cómo el dolor, en ese momento, era una especie de… ritual de paso.
Para ella, ese lobo representa su fuerza interior, su independencia. Y, joder, la vi tan segura de sí misma después… una seguridad que antes no tenía. Eso sí que es un beneficio. Me contaba que antes dudaba mucho de sí misma, se sentía… invisible. Ahora, se siente única, poderosa. Como si ese tatuaje le diera alas.
Algo que me impactó, es que mencionó que el tatuaje le ayudó a procesar un trauma del pasado. No entró en detalles, pero sí me dijo que le ayudó muchísimo. Fue una forma de expresar algo que no podía verbalizar, una especie de terapia.
- Liberación de emociones reprimidas.
- Aumento de la autoestima.
- Expresión de la identidad personal.
- Procesamiento de traumas.
Eso sí, Laura también me contó que hay que pensárselo mucho antes, que no es algo que se pueda quitar fácilmente. Hay que estar seguro de lo que uno quiere representar. En fin… un lío.
¿Cuál es el significado de las personas que se tatúan?
Autoafirmación o cicatriz elegante. Un tatuaje es como un post-it pegado al alma, solo que un poco más permanente. A veces grita “Este soy yo, en negrita y cursiva”, otras susurra “Esto me pasó, y sobreviví”. En mi caso, tengo un pequeño colibrí en la muñeca. ¿Su significado? Me recuerda que a veces me tomo el café demasiado rápido. Es broma, simboliza la resiliencia. Bueno, y que me gusta el café.
Lienzos vivientes. Los humanos somos curiosos. Nos gusta decorar todo, desde las paredes de las cuevas hasta… bueno, nuestra propia piel. Es como llevar una obra de arte andante, aunque a veces esa obra de arte sea un tribal del 2005 que preferiríamos olvidar. Mi madre, por ejemplo, tiene un delfín. Un delfín rosa. Dice que representa su espíritu libre. Yo creo que representa sus vacaciones en Benidorm en el 98.
- Identidad: Ese tatuaje que grita (o susurra) quién eres.
- Recuerdo: Una forma de decir “Esto me marcó, para bien o para mal”.
- Decoración: Porque a veces, un poco de tinta es la guinda del pastel… corporal.
- Rebeldía (a veces): Aunque ahora hasta mi abuela tiene una mariposa en el tobillo.
Como dato curioso, este año (2024) me he propuesto tatuarme una frase de Nietzsche. Todavía no sé cuál. Probablemente algo sobre el eterno retorno, para recordarme que tengo que sacar la basura todos los martes. Es una broma, ¡pero el tema de la basura sí que es un eterno retorno!
¿Qué dice la psicología sobre los tatuajes?
Atracción por la tinta. La aguja, la piel, el diseño… una marca indeleble. Un acto de rebeldía, quizás. O de pertenencia. Un grito silencioso en la epidermis. Un lenguaje propio. Recuerdo mi primer tatuaje, una pequeña luna en la muñeca. 2023, verano en Barcelona. El zumbido de la máquina, casi hipnótico. ¿Dolor? Una punzada, una liberación.
Lienzos vivientes. La psicología… ¿qué sabrá ella de la necesidad de marcarse, de narrarse en la piel? Dicen, los estudios, que no es adicción. Claro, no es como la nicotina, no te ahoga en su ausencia. Pero… esa sensación, esa pulsión… volver a sentir la aguja, la vibración, ver nacer un nuevo dibujo en el cuerpo. ¿No es un eco de la adicción? Un eco sordo, quizás.
Cicatrices y significados. Costoso, sí. Doloroso, a veces. Lento, siempre. La cicatrización, un recordatorio constante del proceso. De la transformación. Meses entre un tatuaje y otro. El tiempo justo para elegir el siguiente diseño, para darle forma en la mente, para que se convierta en parte de la historia que quiero contar. Mi historia. En mi piel.
Tatuajes y psicología: Los estudios psicológicos no consideran el tatuaje como una adicción.
- Motivaciones: Autoexpresión, identidad, estética. Espiritualidad, conmemoración, pertenencia a un grupo.
- Pausas entre tatuajes: Comunes por costo, proceso de cicatrización y diseño. No necesariamente indican ausencia de adicción.
- Mi experiencia personal: Primer tatuaje en 2023. Luna en la muñeca izquierda. Realizado en Barcelona.
¿Por qué se considera malo tatuarse el nombre de tu pareja?
¡Ay, amigo! Tatuarte el nombre de tu pareja… ¡eso es de valientes, o de inconscientes! Es como firmar tu sentencia de divorcio con un rotulador indeleble del tamaño de un plátano. ¿Mala suerte? ¡Más que mala suerte, es un suicidio sentimental a plazos!
Mira, en mi grupo de whatsapp familiar, mi tía Concha, que tiene más años que Matusalén y más tatuajes que un marinero borracho, me contó que su vecina, la Petra, se tatuó el nombre del “amor de su vida” en 2023. ¡Y ahora le toca pagar la pensión a él! Coincidencia? ¡Para nada! Ley de Murphy tatuada en la piel.
- Peligro de ruptura: Obvio, ¿no? Si te separas, te quedas con un recordatorio permanente de tu fracaso amoroso, más llamativo que un cartel de neón en Times Square.
- Ridículo máximo: Imagina que tu ex es un/a… bueno, pongamos que no es Brad Pitt. ¡Allí estará su nombre para siempre, como una mancha de ketchup en una camisa blanca!
- Arrepentimiento eterno: Eso de “en la piel, para siempre”, ¿te suena? ¡Pues eso! Arrepentimiento profundo y dolor físico. ¡Doble whammy!
Conclusión: No lo hagas. A menos que quieras un recordatorio permanente de tu pésima toma de decisiones. Y créeme, a mí, que he visto cosas…
Más info: Mi prima se tatuó “amor eterno” en chino… ¡y resulta que significa “repollo chino”! ¡Y le ha costado un pastón arreglarlo! ¿A que ahora lo ves más claro?
¿Qué significa hacerse un tatuaje de pareja?
Un tatuaje en pareja es un grito silencioso, pero imborrable: ¡estamos juntos en esto! Es plantar una bandera en la piel, una declaración de intenciones que va más allá de las palabras.
Me acuerdo… o más bien, siento todavía el zumbido de la aguja. Fue en el estudio “La Mano Que Duele Suave” en Lavapiés, Madrid. Hace unos… bueno, este año. Queríamos algo que nos uniera, que trascendiera los típicos anillos o pulseras.
Elegimos un diseño minimalista: dos líneas entrelazadas, una en mi muñeca, la otra en la suya. Representa nuestra conexión, sí, pero también las idas y venidas, los altibajos. No es un amor perfecto, es un amor real.
- El estudio olía a tinta y desinfectante.
- La aguja vibraba contra mi piel.
- El tatuador, un tipo con barba infinita, nos miraba con una sonrisa cómplice.
¿Por qué lo hicimos? No sé… bueno, sí sé. Queríamos algo tangible, algo que nos recordara, incluso cuando estemos lejos (que lo estamos a menudo). Es una promesa grabada en la piel: no importa qué pase, siempre estaremos entrelazados.
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