¿Cómo es la limpieza de fin de obra?

Uf, ¿limpieza de fin de obra? ¿Quién lo diría, verdad? Parece una tarea titánica después de todo el polvo, el caos, la emoción… y sí, ¡también el estrés! de una reforma. Recuerdo cuando reformamos la cocina, parecía que una bomba había explotado. Escombros por todas partes, ¿te imaginas? Polvo de cemento hasta en el último rincón, manchas de pintura que parecían abstractas… un desastre, vamos.

La limpieza de fin de obra no es una limpieza cualquiera, no. No se trata solo de pasar la aspiradora y fregar el suelo, es mucho más profundo. Es como… ¿cómo decirlo? Es como borrar las huellas de la batalla, devolverle la vida al espacio después del torbellino. Se limpia absolutamente todo, desde el suelo hasta el techo, incluyendo, claro, esas escaleras llenas de pisadas y las zonas comunes que, pobres, sufren lo suyo durante la obra.

Y no solo se trata de quitar el polvo visible. ¡No, no! También se desinfecta todo a fondo, que después de tanta gente entrando y saliendo, nunca está de más, ¿no crees? Y lo mejor de todo: se eliminan esos olores persistentes a disolventes y pinturas que se te meten en la cabeza y no te dejan en paz. Recuerdo que después de la reforma de la cocina, el olor a pintura me perseguía hasta en sueños. ¡Una locura!

Con la limpieza de fin de obra, el espacio queda impecable, listo para disfrutarlo. Como nuevo, como si la reforma nunca hubiera ocurrido (excepto, claro, por lo bonito que ha quedado todo). Es como pasar página, cerrar un capítulo y empezar otro. En nuestro caso, después de la limpieza, la cocina parecía otra. Brillaba, olía a limpio… ¡dan ganas de hacer una fiesta de inauguración! Y sí, lo hicimos.