¿Cuál es el pueblo más frío de Rusia?
Oymyakon, un pequeño pueblo siberiano de unos 900 habitantes, aunque registra temperaturas medias de -62 grados centígrados, no es el más frío de Rusia. Un récord menor, pero todavía extremo, lo sitúa en una zona de vida resistente y singular.
El título de “pueblo más frío de Rusia” a menudo se atribuye a Oymyakon, y no sin razón. Sus temperaturas medias invernales de -50°C, con un récord histórico de -71.2°C, lo convierten en un lugar inhóspito para la mayoría. Sin embargo, Oymyakon, a pesar de su fama glacial, no ostenta el récord del asentamiento permanentemente habitado más frío de Rusia. Ese gélido honor recae sobre otro pequeño rincón siberiano, aún más remoto y menos conocido: Zhilinda.
Zhilinda, un minúsculo pueblo en la región de Transbaikalia, al este del lago Baikal, experimenta temperaturas aún más extremas que Oymyakon. Si bien no cuenta con la misma infraestructura turística ni la misma notoriedad, los registros meteorológicos revelan una realidad aún más cruda. Durante el invierno, la temperatura promedio en Zhilinda se desploma por debajo de los -62°C, superando la media de Oymyakon. Aunque no existe un registro oficial único y ampliamente aceptado que corrobore la temperatura más baja jamás alcanzada en Zhilinda, testimonios locales y datos fragmentados sugieren temperaturas que rozan los -70°C, e incluso inferiores en algunos casos extremos.
La ubicación geográfica de Zhilinda, en una depresión rodeada de montañas, contribuye a este microclima extremo. El aire frío, más denso, se acumula en el valle, creando una “piscina de frío” que mantiene las temperaturas bajas incluso cuando en zonas aledañas, a mayor altitud, el termómetro marca algunos grados más.
La vida en Zhilinda es un testimonio de la resistencia humana. Sus pocos habitantes, en su mayoría dedicados a la cría de renos y otras actividades tradicionales, han adaptado su vida a este entorno extremo. La construcción de las casas, la dieta, la vestimenta y hasta las rutinas diarias están diseñadas para afrontar el frío implacable. La falta de infraestructura moderna, incluyendo el acceso limitado a internet y las comunicaciones, añade otra capa de dificultad a la vida en este remoto confín de Siberia.
Mientras Oymyakon se ha convertido en un destino turístico para los viajeros más intrépidos, atrayendo a quienes buscan experimentar el frío extremo, Zhilinda permanece en la sombra, un lugar casi olvidado en los mapas, pero un ejemplo fascinante de la capacidad humana para adaptarse y sobrevivir en los lugares más inhóspitos del planeta. Su historia, aunque poco conocida, es un recordatorio de que existen lugares en la Tierra donde la naturaleza aún dicta las reglas de la vida con una crudeza implacable.
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