¿Cuando una estructura no se rompe, ¿se dice que es?

¿Cuándo una estructura aguanta, no se quiebra… ¿cómo lo llamamos? Resistente, ¿verdad? Es como… ¿te acuerdas de esa casita del árbol que construimos de pequeños? Aguantó mil y una aventuras, tormentas, hasta mi primo subiéndose con toda su pandilla. Eso es resistencia pura.

Una estructura resistente es la que, aunque le pongamos peso, fuerza, lo que sea… no se rompe. O sea, aguanta las “cargas”, como dicen los ingenieros, sin partirse en dos. Fuerzas, momentos… Al final, todo se reduce a eso, ¿no? A que la cosa no se rompa.

Recuerdo una vez, en la universidad –yo estudié arquitectura, por si no lo sabíais–, nos pusieron un ejercicio de calcular la resistencia de un puente. Un rollo de fórmulas y cálculos… Pero al final, lo que importaba era que el puente, en teoría, soportara el peso de los coches, del viento, de todo. Que no se viniera abajo, vamos.

Y es que la resistencia es clave en todo, ¿no te parece? Desde un rascacielos hasta la pata de una silla. Si algo no es resistente, pues… mal asunto. Imagínate un edificio que se derrumba con un poco de viento. ¡Un desastre! He leído por ahí que, según no sé qué estudio, –la verdad, no me acuerdo de las cifras exactas, pero era algo impresionante– la mayoría de los accidentes en la construcción se deben a fallos estructurales, precisamente por falta de resistencia.

Así que, resistencia. Una palabra sencilla, pero que esconde un mundo detrás. Un mundo de cálculos, de materiales, de física… Pero sobre todo, de seguridad. Porque al final, lo que buscamos es que las cosas aguanten, que no se rompan, que nos protejan. ¿O no?

#Fortaleza #Integridad #Resistencia