¿Cuántos mares hay en la luna?

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Las llamadas mares lunares son, en realidad, extensas llanuras basálticas formadas por antiguos flujos de lava volcánica. Su apariencia oscura y plana, vista desde la Tierra, engañó a los primeros observadores. El calor generado por impactos de meteoritos probablemente contribuyó a su formación.

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Los Mares de la Luna: Un Océano de Lava Solidificada

La Luna, nuestro enigmático satélite, ha cautivado la imaginación humana desde tiempos inmemoriales. Su superficie, salpicada de cráteres y surcada por misteriosas manchas oscuras, ha dado pie a innumerables mitos y leyendas. Entre estos enigmas destacan los llamados “mares lunares”, que, a pesar de su nombre, no contienen ni una gota de agua. Entonces, ¿cuántos mares hay en la Luna? La respuesta no es sencilla, ya que depende de cómo definamos “mar”.

Si nos referimos a las vastas planicies basálticas de tono oscuro que los primeros astrónomos confundieron con auténticos cuerpos de agua, podemos contabilizar alrededor de 20 mares principales, además de numerosos “lagos”, “bahías” y “pantanos”, todos ellos siguiendo la misma nomenclatura acuática, testimonio de la antigua creencia. Estos nombres poéticos, como Mare Tranquillitatis (Mar de la Tranquilidad), Mare Serenitatis (Mar de la Serenidad) o Oceanus Procellarum (Océano de las Tormentas), persisten hasta nuestros días, aun sabiendo que su naturaleza es completamente distinta a la de los mares terrestres.

En realidad, estas formaciones son extensas llanuras de roca basáltica solidificada. Su origen se remonta a miles de millones de años, cuando la Luna experimentaba una intensa actividad volcánica. Enormes flujos de lava incandescente inundaron las cuencas de impacto preexistentes, creando las planicies oscuras que observamos hoy. La menor reflectividad del basalto, en comparación con las tierras altas circundantes, les confiere esa apariencia oscura que, vista desde la Tierra con telescopios rudimentarios, evocaba la imagen de vastos océanos.

El calor generado por los impactos de grandes meteoritos probablemente jugó un papel crucial en la formación de estos mares. La energía liberada por estos impactos fundía la roca subyacente, facilitando el ascenso del magma desde el interior lunar y su posterior expansión sobre la superficie.

Es importante destacar que la distribución de los mares lunares no es uniforme. Se concentran principalmente en la cara visible de la Luna, mientras que la cara oculta presenta una orografía mucho más accidentada, con predominio de cráteres y elevaciones. Esta asimetría sigue siendo objeto de estudio e investigación por parte de la comunidad científica.

En definitiva, aunque no haya mares líquidos en la Luna, los “mares” basálticos son un testimonio fascinante de la compleja historia geológica de nuestro satélite y un recordatorio de cómo la percepción humana puede ser moldeada por las limitaciones de la observación. Su estudio nos permite comprender mejor la evolución del sistema Tierra-Luna y desentrañar los secretos de nuestro universo más cercano.