¿Qué pasaría si fueras a Júpiter?

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¡Uf, ir a Júpiter! Solo la idea me da escalofríos. A ver, la ciencia es clara: sería una muerte horrible, aplastado por la presión, quemado por el calor... ¡Qué pesadilla! Y aunque milagrosamente sobreviviera, estaría condenado a vagar por ese gigante gaseoso para siempre. No, gracias, prefiero observar Júpiter desde la Tierra, ¡bien calentito y a salvo!

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¿Qué pasaría si fueras a Júpiter? Uf, solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta… ¿De verdad alguien se plantea eso seriamente? Imaginen: Júpiter… ¡ese gigante gaseoso, tan majestuoso y a la vez tan aterrador! Recuerdo cuando era niño, observando las fotos del Voyager en un libro viejo, pensaba que sería una aventura increíble, ¿no? Una especie de viaje alucinante… ¡Qué ingenuo era!

Ahora, con lo que sé, me da un vuelco el estómago. La ciencia, fría y precisa, te lo explica sin contemplaciones: te aplastaría la presión, un peso brutal, inimaginable para nuestra carne mortal. ¡Como si te metieran en una prensa gigantesca! Y el calor… ¡Dios mío, el calor! Ni siquiera me quiero imaginar… Se habla de temperaturas infernales, miles de grados… Me acuerdo de una vez que me quemé haciendo una tortilla y el dolor era insoportable… ¡multiplicarlo por mil! No, no, gracias.

Y luego está el asunto de vagar… ¿Vagando para siempre? Perdido en una inmensidad de gas, sin posibilidad de escape… ¡Qué soledad, qué desesperación! Me acuerdo de esa vez que me perdí en el bosque de pequeño… el miedo que sentí… ¡y eso fue un rato, comparado con la eternidad! No. Ni de coña.

Prefiero, con mucho, admirar Júpiter desde aquí, desde mi sillón, con una taza de té caliente. Hay millones de kilómetros de distancia, sí, pero también hay millones de razones para agradecer que estemos aquí, en la Tierra, con su gravedad amable y su temperatura… digamos, más o menos aceptable. Mejor observar sus tormentas, sus bandas de colores, a través de un telescopio, ¿no? Mucho más seguro… y tal vez hasta más emocionante, ¿quién sabe? La verdad es que la ciencia es fascinante, pero a veces, ¡qué bien sienta la seguridad de estar bien lejos de Júpiter!