¿Cómo saber si el filtro de la gasolina está sucio?

¡Ay, el filtro de gasolina! ¿Quién se iba a imaginar que una pieza tan pequeña pudiera dar tantos dolores de cabeza? A ver, ¿cómo saber si el condenado está sucio y amargándote la vida? Pues te voy a contar lo que he aprendido a las malas, y no te creas que soy un experto en mecánica, ¡para nada! Pero después de unos cuantos sustos, ya le voy pillando el truco.

Síntomas de un filtro de gasolina que está pidiendo clemencia:

• Ralentí… ¡Madre mía! ¿Alguna vez has notado que el coche, estando parado en un semáforo, empieza a temblar como si tuviera frío? O sea, que las revoluciones suben y bajan sin ton ni son… ¡Un caos! Pues ojo, que ese puede ser el filtro dando la lata. A mí me pasó una vez, que parecía que el coche se iba a apagar en cualquier momento. ¡Qué agobio!
• Arrancar… ¿Una misión imposible? ¿Esa sensación de meter la llave y que el coche haga “clic” pero no arranque a la primera? ¿O que le cueste horrores encender? Uf, eso también me ha pasado. Me acuerdo una vez, de viaje en la costa, que casi me quedo tirado en medio de la nada. ¿Te imaginas el panorama? Filtro sucio, probablemente.
• Sonidos raros, ¡muy raros! Esto es más sutil, pero si prestas atención, a veces el motor hace ruidos extraños, sobre todo al ralentí, como si tosiera o algo así. ¿A alguien más le ha pasado esto? A mí sí, y la verdad es que al principio no le di importancia, pero luego… ¡zas! Problemas.
• Pérdida de potencia… ¡La frustración! Este es el que más duele. Imagínate que estás subiendo una cuesta y notas que el coche no responde, que le pisas a fondo y no tira. Es como si estuviera atascado. ¿Te suena familiar? ¡Filtro sucio al canto! Una vez me pasó intentando adelantar a un camión… ¡Menudo susto!

Si te ves reflejado en alguna de estas situaciones, amigo mío, amiga mía, es muy probable que el filtro de la gasolina esté pidiendo a gritos un cambio. ¿Vale la pena arriesgarse a que el coche te deje tirado? Yo creo que no. ¡Más vale prevenir que lamentar! Y si no te atreves a cambiarlo tú mismo, siempre puedes llevarlo a un mecánico de confianza. ¡Te ahorrarás disgustos! ¿No crees?

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