¿Cómo eliminar el mal olor de la habitación?

¿Por qué la habitación huele mal?

¡Ay, madre mía, qué peste! La humedad, esa ladrona de olores frescos, es la culpable. Es como si una tropa de ogros invisibles hubiera decidido hacer una fiesta de moho en tu habitación.

Piensa en ello: la humedad es como una esponja, absorbiendo todo lo que no debería, incluyendo olores a pies después de un maratón…de calcetines. Y sin ventilación, ¡es una sauna de malos olores!

• La humedad es un imán para bichos repugnantes. Como esos bichos de la humedad, que parecen pequeñas cucarachas con complejo de inferioridad.
• El moho y los hongos son unos artistas del hedor. Pintando las paredes con sus obras maestras de mal olor. ¡Como si un dragón hubiera escupido sus efluvios putrefactos!

Resumiendo: humedad + falta de ventilación = habitación que huele peor que el calcetín de mi hermano después de una semana de campamento de verano.

Ah, y una cosa más: el otro día, en mi piso, la humedad me hizo encontrar una colonia de hongos tan grande como mi cabeza, ¡casi me da un infarto! Había que llamar a los exterminadores ¡de moho! Tenían un olor…uf, ¡olía a calcetines viejos y a la cueva de un troll! Así que, ¡a ventilar se ha dicho!

¿Por qué mi habitación huele tan mal?

Huele mal. Humedad. Sin ventanas. Moho. Bichos. Así de simple.

• Humedad. Pudrición. Descomposición. La vida se consume a sí misma.
• Ventilación. Aire estancado. La quietud mata. Como la mente.
• Moho. Hongos. Vida microscópica que te consume. Invisible, pero ahí.

Condensación. Gotas. Frio. Superficie. Ciclo interminable.

Bichos. Se alimentan del desastre. Tú también. De alguna forma.

Ayer vi una cucaracha en mi cocina. Blanca. Casi transparente. La vida encuentra su camino. Incluso en la podredumbre.

• Limpieza. La solución obvia. ¿Obvia? Nada es obvio.
• Deshumidificador. Máquina contra la naturaleza. Una batalla perdida.
• Abrir ventanas. Dejar entrar el mundo. Con sus horrores. Y maravillas. Raro.

La podredumbre es inevitable. En las habitaciones. En las personas. En todo. Mi café está frío.

El olor no es el problema. Es el síntoma. El problema es la existencia misma. Absorta.

Olvídate del olor. Preocúpate por el vacío. Por la nada que lo llena todo.

Piénsalo.

¿Cómo eliminar el mal olor de la cama?

Ventila. Imprescindible. Aire fresco, crucial. Mi ventana, abierta al menos una hora diaria.

Bicarbonato. Absorbe olores. Espolvorea, espera, aspira. Repito cada dos meses. Funcional.

Vinagre blanco. Desinfecta. Diluido, claro. Pulverizo sobre la mancha. Seca al aire. Nunca falla.

• Lavanda. Aceite esencial. Unas gotas en el bicarbonato. Aroma sutil, efectivo. Prefiero lavanda a cítricos.
• Limón. Similar a vinagre. Corta la grasa. Olor penetrante, no lo uso.
• Vodka. En spray. Elimina bacterias. Caro. Lo descarté.

El olor a tabaco se aferra. Imposible eliminarlo completamente. Cambié de colchón hace un año. Problema resuelto.

Este año, agregué carbón activado a la mezcla de bicarbonato. Resultados sorprendentes.

¿Cómo hacer que mi cuarto siempre huela rico?

Aquí va, a estas horas todo suena distinto.

¿Cómo hacer que mi cuarto huela bien?

• Ventilar, abrir la ventana un rato, aunque haga frío. Es como dejar salir lo que ya no sirve, ¿no? A veces lo hago y me acuerdo de mi abuela diciendo “aire nuevo, vida nueva”.

• Limpiar el polvo, sobre todo en los rincones. Ahí se esconde todo lo feo, los recuerdos amargos, los olores que te recuerdan a… ya sabes.

• Cambiar las sábanas, sí. Cada semana, como mucho. Es un pequeño lujo, dormir oliendo a limpio. Me acuerdo que mi ex siempre se quejaba de que era demasiado.

• Velas, pero no las baratas. Las que huelen a algo de verdad, a bosque, a tierra mojada. O a nada, a limpio.

• Plantas, sí, aunque se me mueran casi siempre. Tener algo vivo cerca. Es como una promesa, aunque casi nunca la cumpla.

• Perfumar las almohadas, con algo suave, lavanda quizás. Para que los sueños sean un poco mejores, aunque solo sea por un rato. Uso uno que me regaló mi hermana por mi cumpleaños.

Información adicional, supongo:

• Mi problema es el armario, siempre huele a cerrado, a ropa vieja. He probado de todo, bolsitas de lavanda, ambientadores, nada funciona.
• Tengo un ambientador de varillas con olor a sándalo, pero ya ni lo noto. Creo que me he acostumbrado.
• A veces pongo incienso, pero luego me da dolor de cabeza. Supongo que todo tiene un precio.
• Intento mantener la ropa limpia, recién lavada, me relaja mucho.

Es curioso cómo el olor de un lugar puede cambiarte el ánimo. A veces creo que huelo mi cuarto y me huelo a mí misma. Y no siempre me gusta lo que encuentro.