¿Por qué el azúcar si se disuelve en agua?

¿Qué sucede cuando el azúcar se mezcla con el agua?

El agua… fría, casi helada. Recuerdo el vaso, cristal fino, como lágrimas contenidas. El azúcar, granos blancos, se deshacen, se disuelven… se pierden. Un susurro, un desvanecimiento lento, un ir siendo menos, grano a grano.

El azúcar se funde en el agua. Una transformación. Es como si el tiempo se estirara, cada cristal, una pequeña eternidad. La dulzura se libera, inunda.

Se disuelve, sí. Se disuelve como… como los recuerdos a veces, se diluyen, dejando solo un sabor tenue, un eco distante. El agua, ahora dulce, recuerda la existencia del azúcar, su paso efímero, su ausencia presente.

Mi abuela, en 2024, preparaba café así, azúcar en el agua fría, antes del agua caliente. Un ritual, un proceso lento. Un misterio simple.

• Disolución: El proceso es físico, no químico. La estructura cristalina del azúcar se rompe.
• Solución: Se forma una solución homogénea, agua azucarada.
• Difusión: Las moléculas de azúcar se dispersan, se integran en el agua.

Este año, vi como el azúcar se desvanecía. En mi taza, en mi memoria. Un espejo a algo más grande. La fusión, el desvanecimiento… la vida misma, quizás. Todo se disuelve. Todo se disuelve, pero deja su huella, su sabor… su recuerdo. Un recuerdo dulce y amargo a la vez.

¿Qué tipo de cambio es disolver azúcar en agua?

Cambio físico. Azúcar en agua… cambio físico. Fácil.

• Azúcar desaparece, pero… ¿realmente desaparece? No, sigue ahí. Lo sé.
• Agua más dulce. Obvio. Ayer hice té, mucho azúcar. Demasiado.
• No nueva sustancia. Eso es clave. Sigue siendo azúcar, sigue siendo agua. Juntas, pero separadas, ¿no? Como… como mi colección de cromos de fútbol de 2023. Organizadas por equipo, pero siguen siendo cromos individuales.
• Se puede revertir. Calentar, evaporar el agua… azúcar de vuelta. Lo hice una vez en el colegio. Experimento. Aburrido, la verdad. Prefiero los de biología con las ranas. Aunque las ranas… dan un poco de cosa.
• Disolver. Palabra rara. ¿Disolver o desolver? Siempre me confundo. Como con absorber y absolver. Qué lío.

Mezclar pintura… eso sí es cambio químico, creo. No se puede deshacer. Mi hermano pequeño pintó la pared de mi habitación con rotulador permanente. Imposible de quitar. Mamá… furiosa. Cambio químico irreversible. Como la vida misma. Vale, eso es demasiado profundo para un sábado por la tarde. Mejor vuelvo a los cromos. Tengo repetidos del Real Madrid. ¿Alguien quiere cambiar? Los cambio por los del Barcelona. Necesito el de Lewandowski.

Más info: La disolución es un proceso donde una sustancia (soluto – azúcar) se dispersa en otra (solvente – agua) a nivel molecular. Forma una mezcla homogénea. No hay reacción química. El azúcar se separa en moléculas individuales rodeadas de moléculas de agua.

¿Por qué el azúcar es soluble en agua pero la gasolina no?

El azúcar se disuelve en agua porque ambos son “amigos polares”, mientras que la gasolina y el agua son como agua y aceite, ¡literalmente!

Te cuento, una vez en casa de mi abuela en Teruel, intenté hacer caramelo con gasolina (sí, una locura infantil). Imagínate la explosión… ¡No, es broma! Pero sí que intenté mezclar gasolina con el café, pensando que le daría “más chispa”. Obviamente, no funcionó. Se quedó la gasolina flotando encima, un asco total.

• Agua: Es como la gente sociable, atrae a otros que son parecidos. Tiene un lado “positivo” y otro “negativo” (polaridad).
• Azúcar: También tiene esa polaridad, así que se mezcla sin problemas. Como cuando conoces a alguien en una fiesta y conectas al instante.
• Gasolina: Es como el antisocial del grupo, no le interesa juntarse con los “polos”. Es no polar, le va más la onda tranquila.

Fue después, en el instituto, cuando entendí lo de las moléculas y los enlaces O-H. ¡Qué rollo! Pero ahora lo entiendo. El azúcar tiene esos enlaces que le permiten “abrazarse” al agua. La gasolina, nada de abrazos, cada uno por su lado.

Mi abuela, al verme con el café “tuneado”, me dio un buen sermón. Me explicó, a su manera, lo de “las cosas que se mezclan y las que no”. Y me hizo un chocolate caliente para quitarme el mal trago. ¡Qué sabia era mi abuela! Siempre decía que “cada cosa tiene su sitio”.