¿Cómo se llama cuando no te gusta toda la comida?

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El Trastorno por Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID) describe la aversión a una amplia variedad de alimentos. No se trata simplemente de ser quisquilloso. El ARFID implica una restricción alimentaria significativa que puede afectar la salud, el crecimiento y la vida social de quien lo padece. Su reconocimiento y tratamiento son cruciales.

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Más allá de las “manías” infantiles: Entendiendo el ARFID, el trastorno que va más allá de ser quisquilloso con la comida

Muchos padres se enfrentan a la frustración de hijos que rechazan ciertos alimentos. A menudo, esto se etiqueta simplemente como “ser quisquilloso” o “tener manías”. Sin embargo, detrás de una aparente simple aversión a determinados sabores o texturas, puede esconderse un trastorno más complejo y preocupante: el Trastorno por Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID, por sus siglas en inglés).

A diferencia de la simple selectividad alimentaria infantil, el ARFID se caracteriza por una restricción significativa en la ingesta de alimentos que va más allá de las preferencias personales. No se trata de un capricho pasajero, sino de un patrón persistente que impacta negativamente en la salud física y emocional del individuo. La persona con ARFID puede mostrar una limitación extrema en la variedad de alimentos que consume, basada en características sensoriales (olor, textura, sabor), asociaciones negativas con la comida (estrés, vómitos previos), o preocupaciones sobre las consecuencias físicas de comer (asfixia, dolor).

¿Qué diferencia al ARFID de la simple “quisquillería”? La clave reside en la severidad y las consecuencias. Mientras que un niño quisquilloso puede rechazar las verduras pero comer una variedad de otros alimentos, un individuo con ARFID puede limitar su dieta a un puñado de alimentos, o incluso a un solo alimento, con graves repercusiones para su salud. Esto puede llevar a:

  • Deficiencias nutricionales: La falta de variedad en la dieta puede provocar carencias vitamínicas y minerales, afectando el crecimiento, el desarrollo y la función inmunológica.
  • Pérdida de peso significativa o fracaso en el aumento de peso: Especialmente en niños y adolescentes, la restricción alimentaria puede provocar un retraso en el crecimiento y el desarrollo.
  • Problemas de salud física: Las deficiencias nutricionales pueden derivar en anemia, debilidad, fatiga crónica, problemas de concentración y otros problemas de salud.
  • Problemas psicológicos y sociales: La ansiedad y la preocupación constante por la comida pueden afectar la calidad de vida, la autoestima y las relaciones sociales. La dificultad para comer fuera de casa o en situaciones sociales puede generar aislamiento y vergüenza.

El ARFID puede manifestarse a cualquier edad, aunque a menudo se diagnostica en la infancia o adolescencia. Su diagnóstico requiere una evaluación profesional por parte de un médico, dietista o psicólogo, quien descartará otras posibles causas de la restricción alimentaria. El tratamiento generalmente implica un enfoque multidisciplinario que puede incluir terapia conductual cognitiva (TCC), terapia nutricional y, en algunos casos, medicamentos para abordar problemas de ansiedad o comorbilidades.

Es crucial entender que el ARFID no es una cuestión de voluntad o disciplina. Se trata de un trastorno que requiere comprensión, apoyo y un tratamiento adecuado. Si sospecha que usted o alguien que conoce podría padecer ARFID, buscar ayuda profesional es el primer paso para mejorar su calidad de vida y recuperar una relación saludable con la comida. No dude en consultar con un especialista para obtener un diagnóstico y un plan de tratamiento personalizado.

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