¿Qué es la comida amarga?

0 ver

¡El amargor! Me hace fruncir el ceño al principio, pero luego me intriga. Ese sabor peculiar, como el del café negro o la cerveza artesanal, me habla de complejidad y me recuerda a la naturaleza en su estado puro. Sé que esos alcaloides y taninos son buenos para mí, una pequeña batalla en la lengua para una gran victoria para mi salud. ¡A veces, lo amargo es simplemente delicioso!

Comentarios 0 gustos

¡Ay, lo amargo! ¿Quién no ha puesto cara de “puaj” la primera vez que probó algo amargo? A mí me pasa, no lo voy a negar. Esa sensación de fruncir la nariz, como si el sabor te estuviera retando… Pero luego, ¡algo cambia! ¿No les pasa?

De repente, como que te enganchas a ese sabor peculiar. Me pasa con el café negro, sin azúcar, a palo seco. Al principio cuesta, lo reconozco. Pero después… ¡uf! Es como si te despertara el alma, ¿me entienden? O con una buena cerveza artesanal, de esas que te dejan un regusto amargo, pero rico, eh, no amargo rancio.

Es que, a ver, pensándolo bien, ¿no es como un pequeño desafío? Como si tu lengua estuviera entrenando para algo. Y ahí es donde entra la parte “sana”, ¿no? Que si los alcaloides, que si los taninos… Todo eso que suena un poco a químico, pero que en el fondo sabemos que es bueno para nosotros. Como si fuera una pequeña batalla en la lengua que te da una gran recompensa para la salud.

Recuerdo una vez, cuando era pequeña, mi abuela me obligaba a tomarme un brebaje amarguísimo que hacía ella. ¡Qué horror! Era algo así como una infusión de hierbas que, según ella, me iba a curar de todos los males. Yo la odiaba. Pero ahora, mirando hacia atrás, creo que algo de razón tenía la mujer. Al menos, me enseñó a apreciar esos sabores que, a veces, la vida te pone por delante.

Y es que, a veces, lo amargo es simplemente… delicioso. ¿No creen? No sé, es como si te conectara con algo más profundo, con la naturaleza en su estado más puro. O quizás, simplemente, me estoy poniendo muy poética. Pero es que, a mí, lo amargo me da que pensar, me hace sentir. Y eso, al final, es lo que importa, ¿no?