¿Qué hacer cuando no se te baja la comida?

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Una postura correcta al comer, con la espalda recta, facilita la deglución. Fortalecer la musculatura mandibular mediante ejercicios específicos también ayuda. Si tomas medicación, triturar o partir comprimidos puede simplificar la ingesta. Consulta a un médico si persiste la dificultad.

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La pesadilla del atragantamiento: ¿Qué hacer cuando la comida no baja?

Esa sensación incómoda, incluso angustiante, de tener la comida atascada en la garganta es más común de lo que pensamos. Si bien en la mayoría de los casos se resuelve rápidamente, la persistencia de este problema puede indicar un trastorno subyacente que requiere atención. A continuación, te presentamos algunas recomendaciones para manejar la situación y cuándo buscar ayuda profesional.

En primer lugar, mantén la calma. El pánico solo empeora las cosas, tensando los músculos y dificultando aún más el paso del alimento. Respira profundamente y concéntrate en relajarte.

Una postura adecuada al comer juega un papel crucial. Sentarse con la espalda recta, evitando encorvarse, facilita la deglución y el tránsito del bolo alimenticio hacia el estómago. Imagina un tobogán: cuanto más recto, más fácil es el descenso. Inclinar ligeramente la cabeza hacia adelante también puede ayudar.

A veces, la dificultad para tragar puede estar relacionada con la fuerza de la musculatura mandibular. Al igual que cualquier otro músculo, la mandíbula se beneficia del ejercicio. Existen ejercicios específicos, como masticar chicle sin azúcar o realizar movimientos de apertura y cierre de la boca con resistencia, que pueden fortalecer esta área y mejorar la función deglutoría.

Si tomas medicación, especialmente comprimidos grandes, la dificultad para tragar puede ser un desafío. Triturarlos o partirlos, siempre y cuando el medicamento lo permita (consulta con tu farmacéutico), puede simplificar su ingesta y evitar el atragantamiento. Considera también la posibilidad de cambiar la presentación del fármaco, optando por jarabes, soluciones o cápsulas más pequeñas, si es factible.

Beber pequeños sorbos de agua durante y después de las comidas también puede ayudar a lubricar el esófago y facilitar el paso de la comida. Evita las bebidas gaseosas, ya que pueden generar distensión abdominal y agravar la situación.

Finalmente, si la dificultad para tragar persiste, se vuelve frecuente o se acompaña de otros síntomas como dolor, regurgitación o pérdida de peso, es fundamental consultar a un médico. Podría tratarse de una disfagia, un trastorno que requiere un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado. El médico podrá realizar las pruebas necesarias para identificar la causa subyacente y recomendar la mejor estrategia terapéutica. No ignores las señales de tu cuerpo, tu salud es lo primero.