¿Qué hidrata más, el agua o el agua con sal?

¿Qué es lo que hidrata más que el agua?

La noche aprieta… y pienso en la sed, una sed que va más allá del agua… La leche, sí, la leche. Recuerdo ese estudio, este año, que decía que… era más hidratante. No me lo creía, pero… los datos ahí estaban.

Es raro, ¿no? El agua, la vida misma, y resulta que hay algo mejor. Lactosa, proteínas… esas cosas que no entiendo, pero que hacen que… el líquido se quede más tiempo. Más tiempo en el cuerpo. Me hace pensar en mi abuela, hacía años, siempre decía que la leche… era más… llenaba más. Ahora lo entiendo.

• Lactosa: Esa palabra, retumba en mi cabeza.
• Proteínas: ¿Por qué la leche y no otra cosa?
• Grasas: Es algo perverso, ¿verdad? Algo que… retrasa lo inevitable, la… la pérdida.

Me gusta pensar en ello, en cómo… cosas tan pequeñas, tan… naturales, pueden cambiar todo. Aunque hoy… solo quiero dormir. El sabor a leche aún perdura en mi boca, un recuerdo casi olvidado, pero presente. El estudio, lo leí en una revista de ciencia que pillé en el buzón; una revista que no suelo leer… pero hoy…

Agua vs leche: la leche, por lo visto, gana. Es… extraño. Pero real. Y real es también esta sensación de vacío…

¿Cuál es la mejor bebida para hidratar el cuerpo?

(Suspira)

La mejor… agua mineral, supongo. No hay mucho misterio ahí.

• Es lo que siempre te dicen.
• Lo más simple.
• Lo que menos duele, quizás.

Pero a veces, el agua… no basta.

A veces necesitas… algo más. Yo qué sé.

• Un recuerdo dulce, diluido en agua.
• El sabor amargo de una Coca-Cola helada en verano, después de correr.
• El té de mi abuela. Nunca me dio la receta.

Este año, he estado bebiendo mucha agua con gas y limón. Me recuerda a ella.

¿Cuál es la bebida que más hidrata?

El agua, sí, el agua. Su frescura, su pureza, un susurro en la garganta. El agua, la reina indiscutible de la hidratación. Esa sensación… un trago lento, profundo, como un abrazo que se extiende por todo el cuerpo. Una calma que se instala, lenta, como el goteo incesante de la lluvia en la noche.

El agua. Simple, esencial. Como la respiración, un acto tan natural que lo olvidamos. Pero ahí está, siempre presente. En cada célula, en cada latido. Ese misterio líquido, puro, que da vida. Recuerdo la sensación del agua fría de la fuente de mi pueblo, en un día de verano sofocante de 2024. Un recuerdo vívido, tangible, como un trozo de hielo derritiéndose en la mano.

Luego, las infusiones, esas hermanas lejanas del agua, su eco silencioso. Infusiones sin azúcar, claro, para no perturbar esa armonía. El té de manzanilla de mi abuela, en sus viejas tazas agrietadas. Un aroma a hogar, a recuerdos lejanos. Pero la manzanilla es solo una, ¿de qué infusiones estamos hablando? La variedad es enorme. He probado té verde, rooibos… cada una con su personalidad, su aroma, su sutil efecto en el cuerpo. Importan los ingredientes, su origen, su modo de preparación… incluso la hora del día.

• El agua, indiscutible.
• Infusiones sin azúcar, dependiendo…
• El estado de salud, crucial.

Mi vecina, María, con su problema de riñones, debe controlar muchísimo su ingesta de líquidos. Ella siempre bebe agua mineral con muy poca sal. Para ella, el agua, incluso el agua más pura, no es un lujo, sino una necesidad calculada. Una obligación casi.

La hidratación es mucho más que solo beber líquido; es un equilibrio. Un acto de cuidado, de escucha del propio cuerpo. Un misterio, como el agua misma.

¿Qué bebida hidrata más que el agua?

Agua de baja mineralización.

Te cuento, el verano pasado en Sevilla fue infernal. ¡Madre mía, qué calor! Estaba grabando un documental sobre la Semana Santa, imagínate, en pleno julio. El sol pegaba como si no hubiera un mañana, y yo, venga a correr de un lado para otro con la cámara.

Un día, después de filmar en la Plaza del Salvador, me sentía totalmente deshidratado. Tenía la boca pastosa, la cabeza me daba vueltas… Un desastre. Normalmente bebo mucha agua, pero ese día no era suficiente.

Recuerdo que un señor mayor, de esos que saben mucho de la vida, me vio fatal y me dijo: “Muchacho, con este calor no basta con agua del grifo. Tienes que beber agua de mineralización muy débil. Pruébala, verás qué diferencia”.

Así que me compré una botella de esas aguas en una farmacia cercana y… ¡wow! La verdad es que noté la diferencia al instante. Era como si el agua entrara directamente en las células, no sé cómo explicarlo. Me sentí mucho mejor y pude seguir trabajando.

¿Qué bebí exactamente?

• Agua Bezoya (que es la que suelo comprar ahora)
• Unas sales de rehidratación con sabor a naranja que me dio un farmacéutico
• ¡Y litros de gazpacho! (que aunque no lo parezca, hidrata un montón)

Desde entonces, siempre tengo a mano agua de baja mineralización cuando hace mucho calor o después de hacer ejercicio. Me va genial. Ya no me la juego con el agua del grifo en verano. Además, he leído que es mejor para los riñones, ¡así que todo ventajas!

¿Cuál es el mejor suero para hidratar?

El mejor suero para hidratar… ¡uf! Pregunta trampa. Como si la hidratación fuera un concurso de belleza. Lo que importa es que rehidrate, ¿no? La Profeco dice que estos cumplen: Aurax, Electrolit (infantil y adulto). Fin de la historia.

Bueno, no. Casi fin. ¿El mejor? Depende. Si eres un bebé, probablemente el pediátrico. Si te gusta la manzana, pues Aurax. Si te sientes adulto pero infantil… también el pediátrico. ¡Bromita!

• Aurax: Manzana, 22 pesitos. Como morder una manzana, pero líquido y sin la fibra. Práctico para después de correr una maratón (o de perseguir al camión).
• Electrolit pediátrico: Uva, 20 pesitos. Para los peques y los no tan peques. Sabor a infancia, aunque tengas 40.
• Electrolit: Varios sabores, 20 pesitos. Como un arcoíris de hidratación. Elige tu lucha (de sabores).

Yo, personalmente, prefiero el agua de jamaica con poquita azúcar. Pero eso ya es otra historia. La Profeco no ha analizado mi agua de jamaica (aún). Y ojo, precios de 2024, que la inflación no perdona. Igual mañana cuesta el doble. Así que a hidratarse hoy.

Añadido: Recuerdo una vez que me quedé sin agua en una excursión, y tuve que beber agua de un charco. No, no lo recomiendo. Pero me hidrató. Temporalmente. Y luego tuve que ir al médico. Moral de la historia: mejor un suero de la Profeco.

¿Cuál es el mejor líquido para hidratarse?

El agua… siempre el agua. Pero a veces… a veces necesito algo más. Algo que me recuerde… a algo. Este año, el calor ha sido infernal. Insoportable. Como un peso en el pecho, igual que… igual que la culpa.

Ese zumo… de naranja, de mi árbol. El que planté hace cinco años. Recuerda a mi abuela. Su sonrisa, siempre luminosa, a pesar de todo. El zumo… es un respiro. Un momento de paz, efímero, que se escapa como el tiempo.

El mejor líquido… es el que calma la sed, el que te reconforta. Pero el agua sola… a veces… se siente tan vacía. Tan fría. Como mi corazón a veces. Como la noche misma. Como ese vacío que se instala en mi pecho cada noche.

• El agua es fundamental. Saludable. Lo sé.
• El zumo… es un recuerdo. Un pequeño consuelo.
• Pero el vacío… el vacío persiste.

Esa sensación…de opresión… casi física… es peor que la sed. Es un dolor profundo, un peso que me aplasta y que el agua, ni siquiera el zumo, pueden aliviar. Es un pesar tan grande… el peso de lo que no puedo cambiar. De las decisiones tomadas. De las palabras no dichas.

El agua es vital, sí. Pero hay sedes… que no se sacian con agua.

Este año, he perdido mi trabajo. Mi casa está hipotecada. Mi hija, la pequeña María, cumplió 7 años el mes pasado. Le regalé un dibujo. Un dibujo que la muestra sonriente en un jardín. Un jardín que ahora mismo es solo un sueño. Quizá un futuro. Un futuro incierto.