¿A quién le gusta Muzan?

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Muzan atrae la devoción de Daki, quien lo considera un maestro y modelo a seguir, obedeciéndole ciegamente. Gyutaro también parece tener una admiración significativa por él.

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El enigmático atractivo de Muzan: más allá de la devoción ciega

En el fascinante y complejo universo de Demon Slayer, Muzan Kibutsuji no es simplemente un villano; es un enigma que despierta diversas reacciones, desde el horror hasta, sorprendentemente, la devoción. Si bien el terror que inspira en la mayoría de los personajes es evidente, su influencia se extiende a figuras como Daki y Gyutaro, quienes lo miran con admiración y, en el caso de Daki, una obediencia casi ciega.

¿Qué es lo que atrae a estos demonios hacia Muzan, más allá de su poder y su innegable dominio sobre ellos? No es un simple atractivo de fuerza bruta. En la compleja psicología demoníaca de este mundo, Muzan parece encarnar algo más profundo. Posiblemente, su inmortalidad, un tesoro tan codiciado para los demonios, lo convierte en un símbolo de la supresión del ciclo de la muerte y la inevitable decadencia.

La fascinación de Daki es particularmente reveladora. Su devoción, aunque aterradora en su intensidad, sugiere una necesidad de trascendencia y control. Quizás, en la figura de Muzan, Daki vea la posibilidad de alcanzar un estado superior, una inmortalidad que la libere de su condición terrenal y la eleve por encima de la constante lucha por la supervivencia.

Gyutaro, por su parte, podría estar impulsado por una admiración más compleja. Su admiración podría radicar en la capacidad de Muzan para manipular y controlar a los demás, una cualidad que Gyutaro, por su propia naturaleza violenta e impulsiva, podría intentar replicar. Podría ver en Muzan un ejemplo de poder absoluto, un poder que, aunque destructivo, se impone sobre todos. Es una fascinación peligrosa y, posiblemente, desorientadora.

Más allá de estos ejemplos, la figura de Muzan se convierte en un reflejo de las propias motivaciones y ansiedades de los demonios. Cada uno ve en él algo que busca en su propia existencia: inmortalidad, poder absoluto, supremacía. La imagen de Muzan se convierte, entonces, en un catalizador, un espejo que refleja las inquietudes más oscuras de la naturaleza demoníaca.

Analizar la atracción hacia Muzan no es simplemente una cuestión de identificar patrones de comportamiento, sino de entender las motivaciones ocultas, los deseos reprimidos y las aspiraciones, incluso las perversas, que yacen en el corazón de estos demonios. Es en este aspecto psicológico donde la figura de Muzan revela su verdadera complejidad, ofreciendo una visión profunda no sólo sobre los demonios, sino también sobre las sombras que acechan en la naturaleza humana.