¿Cómo se hace un refrán?
Refranes se crean con frases cortas y rítmicas, a menudo rimadas. Suelen presentar una condición y su consecuencia, facilitando su memorización y transmisión oral. Esta estructura sencilla y pegadiza los hace parte de la sabiduría popular.
¿Cómo se hace un refrán? Pues… ¿quién sabe realmente cómo nacen? Es como preguntarse cómo nace una canción, ¿no? Surgen, así, de la nada, del día a día, de la boca del pueblo. Son frases cortas, sí, eso es verdad. Con ritmo, ¡claro!, si no, ¿cómo iban a pegarse como lapas en la memoria? Muchas riman, como “A quien madruga, Dios le ayuda”… Recuerdo a mi abuela repitiéndomelo cada mañana cuando me quejaba por tener que levantarme temprano para ir a la escuela. Y sí, a veces suenan a sermón, con su “condición” y su “consecuencia”, pero al final, ¿no es eso lo que son? Pequeñas lecciones condensadas, sabiduría en píldoras.
Es curioso, ¿verdad? Tan sencillas y tan potentes. Como “Más vale pájaro en mano que ciento volando”… ¡Cuántas veces no me he acordado de ese refrán cuando he tenido que tomar una decisión difícil! A veces uno se ciega con la posibilidad de algo grande y se olvida de lo que ya tiene seguro. Me pasó una vez con un trabajo… Me ofrecieron un puesto increíble, con un sueldo espectacular, pero en otro país. Lo dejé todo, ilusionadísima, y al final… bueno, la cosa no salió como esperaba. Ahí me di cuenta del verdadero valor del “pájaro en mano”.
Y es que, al final, estos refranes, aunque parezcan cosa de abuelas, llevan dentro una verdad universal. No sé, a lo mejor leí por ahí que el 90% de los refranes tienen su equivalente en otras culturas… o quizá me lo inventé. El caso es que resuenan con algo profundo, ¿no crees? Algo que todos reconocemos. Son la voz de la experiencia colectiva, transmitida de generación en generación. Un tesoro de sabiduría popular.
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