¿Qué es un dicho y un Pregón?

La Breve Sabiduría de los Dichos y el Ruido Vibrante de los Pregones

En el vasto universo del lenguaje, encontramos expresiones que, a pesar de su concisión, poseen un poder comunicativo sorprendente. Dos ejemplos notables son los dichos y los pregones, formas aparentemente sencillas que, sin embargo, revelan la riqueza y la complejidad de la cultura popular. Si bien ambos se caracterizan por su brevedad, sus funciones y su impacto difieren significativamente.

El dicho, una joya lingüística pulida por el tiempo, es una sentencia breve y concisa que encierra una enseñanza moral, una observación perspicaz sobre la vida o una verdad popular. A diferencia de una afirmación literal, el dicho suele emplear figuras retóricas como metáforas, símiles o ironías para transmitir su mensaje de forma memorable y, a menudo, poética. Su fuerza reside en su capacidad para condensar una profunda sabiduría en pocas palabras, facilitando su memorización y transmisión oral a través de generaciones. Ejemplos de dichos abundan en nuestro idioma: “A palabras necias, oídos sordos”, “El que mucho abarca, poco aprieta”, o “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Estos dichos no solo transmiten una lección, sino que también reflejan la visión del mundo, los valores y las experiencias de una comunidad específica. Su estudio proporciona una valiosa ventana a la cultura y la historia de un pueblo.

Por otro lado, el pregón, aunque también breve, se diferencia fundamentalmente del dicho en su propósito y su contexto. El pregón es una proclama, un anuncio público generalmente vociferado en la calle por vendedores ambulantes, para atraer la atención de los potenciales clientes y promocionar sus productos o servicios. Su función es eminentemente comercial; no busca transmitir una lección moral, sino persuadir y vender. Mientras que el dicho perdura a través de la memoria colectiva, el pregón es efímero, ligado al momento y al lugar de su emisión. El pregón se caracteriza por su ritmo, su rima (a menudo improvisada) y su capacidad para llamar la atención a través del volumen y la repetición. Imaginemos el característico “¡Barrotes de la mejor madera, recién hechos!” o “¡Pan recién horneado, caliente y delicioso!” Estos pregones, aunque funcionalmente simples, representan una forma de comunicación directa, viva y arraigada en la tradición oral de los mercados y las calles.

En resumen, mientras que el dicho nos regala una perla de sabiduría a través de la concisión y la figuración, el pregón se erige como un anuncio sonoro y dinámico, un grito en la plaza que busca captar nuestra atención para una transacción comercial. Ambos, sin embargo, son manifestaciones esenciales de la expresividad humana, revelando la capacidad del lenguaje para transmitir no solo información, sino también valores, cultura e incluso el ritmo frenético de la vida cotidiana.