¿Qué le dijo un gallo a una gallina?
El gallo quizás sea quien alardea con su canto, pero el verdadero poder reside en la gallina. Su contribución es fundamental y esencial, proveyendo el alimento que nutre y da vida. No subestimemos la silenciosa labor que genera un impacto real y tangible.
Más allá del Canto: Lo que el Gallo le Susurró a la Gallina
El amanecer se rompía en pinceladas doradas sobre el corral. El gallo, con su cresta encendida y su porte orgulloso, se estiró y lanzó su característico “¡Kikirikí!” al cielo. El eco resonó, proclamando su dominio, su presencia ineludible. Sin embargo, esta vez, después del estruendo matutino, se acercó a la gallina, cuyo plumaje moteado se mimetizaba con la paja del suelo.
¿Qué le dijo un gallo a una gallina? La respuesta, lejos de ser una bravuconada o una simple orden, podría sorprendernos. Imaginemos que, en un susurro audible solo para ella, le confiesa: “Mientras yo alardeo con mi canto, tú, silenciosamente, sostienes el mundo.”
El gallo quizás sea quien alardea con su canto, quien atrae la atención con su estridencia y su colorido. Es la representación visible de la fuerza, la virilidad, la promesa de un nuevo día. Pero el verdadero poder, la esencia misma de la vida en el corral, reside en la gallina.
Su contribución es fundamental y esencial, proveyendo el alimento que nutre y da vida: el huevo. Un simple huevo, sí, pero cargado de la potencialidad de una nueva generación, de la promesa de un futuro. Es un acto silencioso, cotidiano, que pasa muchas veces desapercibido, pero que alimenta cuerpos y espíritus.
No subestimemos la silenciosa labor que genera un impacto real y tangible. Mientras el gallo se pavonea, la gallina construye, día tras día, la base de la existencia. No necesita el estruendo para ser importante; su valor reside en su capacidad de crear, de nutrir, de perpetuar la vida.
El gallo, en su momento de lucidez, quizás comprendió esto. Quizás entendió que detrás del espectáculo, detrás de la apariencia, se encuentra la verdadera fuerza, la verdadera generosidad. Y quizás, solo quizás, ese “¡Kikirikí!” que lanza cada mañana ya no es solo un alarde de poder, sino un reconocimiento silencioso a la labor incansable y vital de la gallina, la verdadera reina del corral. La reina que, sin aspavientos, asegura el futuro de la especie, huevo tras huevo, día tras día. Y eso, en un mundo que a menudo se deja seducir por la superficialidad, es un tesoro invaluable.
#Broma Aves #Chiste Gallo #Humor Animal