¿Quién elige a los mejores restaurantes?

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Los 50 mejores restaurantes son seleccionados por un jurado de expertos gastronómicos. Su elección se basa en una valoración subjetiva de los establecimientos visitados durante el año, sin listas predefinidas. La libertad de elección garantiza una selección independiente y basada en la experiencia personal de cada miembro del jurado.

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¿Quiénes eligen los mejores restaurantes?

A ver, te cuento cómo veo yo eso de los “mejores restaurantes”.

Los dichosos “50 Best” no son una votación popular, ni de lejos. Detrás hay un jurado, gente que supuestamente sabe de esto y que prueba restaurantes a mansalva, durante todo el año. Ellos son los que deciden, basándose en sus experiencias.

Lo interesante es que no les dan una lista cerrada para elegir. Pueden votar por el que les dé la gana. Imagínate, ¡vía libre para sorprender!

A mí me da que pensar, ¿no? ¿Qué criterios usarán? ¿Será todo objetividad o hay también gustos personales? Por que, a ver, a mi me flipa la tortilla de patata de mi abuela, y no sale en ninguna lista, te lo aseguro. ¿Será que tengo el paladar poco fino? Jaja.

Preguntas y respuestas concisas sobre los 50 mejores restaurantes:

  • ¿Quién elige los 50 mejores restaurantes? Un jurado de expertos gastronómicos.
  • ¿Cómo eligen? Votan por sus restaurantes favoritos del último año.
  • ¿Tienen una lista previa? No, pueden elegir libremente.

¿Quién otorga el premio al mejor restaurante del mundo?

¡Uf! Ok, a ver… ¿Quién da el premio al mejor restaurante?

  • Revista Restaurant. Sí, esa es la clave. Pero, ¿de dónde sacan ellos la info? ¿Será que yo podría votar algún día? Nah, imposible.

  • Es una revista británica, ¡ojo! No es cualquier cosa. Debe ser súper influyente en el mundo de la cocina. ¿La habré visto alguna vez en el aeropuerto? Creo que no.

  • Los Ángeles este año… Mola que cambien de ciudad. ¿Qué restaurante habrá ganado? Seguro que uno carísimo al que nunca iré.

  • Los 50 mejores. Vaya, no solo el mejor, ¡sino 50! Es un ranking bastante grande, supongo que para darle bombo a más sitios. Me pregunto si hay alguno español en la lista. Seguro que sí.

  • Los premios estos… ¿Serán justos? ¿O habrá mucho lobby y politiqueo de por medio? No sé, me da que pensar.

Ah, recuerdo que mi prima Marta fue a un restaurante que estaba en esa lista una vez. ¡Menuda experiencia! Decía que era como una obra de arte, no solo comida. Y la cuenta… mejor no hablar de ella.

¿Quién otorga las estrellas a los restaurantes?

¡Ay, las estrellas Michelin! Un misterio culinario que despierta más pasiones que una partida de fútbol entre Real Madrid y Barça. ¿Quiénes son los responsables de semejante poder? Pues, un grupo selecto, una especie de sociedad secreta gastronómica con más secretos que una receta de la abuela.

La Guía Michelin, ese oráculo de la buena mesa, es la responsable última. Pero, ¿quiénes son los dioses que manejan sus lapiceros? No son aliens, ni chefs con poderes mágicos, aunque a veces lo parezca. Son personas, claro. Un equipo de, digamos, casi cien superhéroes anónimos, repartidos por el mundo. En Europa, rondan los 60, y me consta que mi primo trabaja en una oficina similar, aunque él prueba quesos, no restaurantes. Pobrecillo.

  • Un Director, tipo el entrenador del equipo, que marca el tono general.
  • Un Redactor Jefe, el segundo al mando, que coordina a las tropas.
  • Y, el ejército de inspectores: ¡Los anónimos catadores! Anónimos, sí, pero con paladares de oro.

Se rumorea que su trabajo es duro, con más viajes que un agente de la CIA y más degustaciones que un sommelier en una boda de millonarios. Sus criterios son…misteriosos. A veces pienso que puntúan en base a la cantidad de aceite de oliva virgen extra que utilizan, en plan: “¡Tres estrellas! ¡Bañado en oro líquido!” Quién sabe… Lo que es seguro es que el número de estrellas es una cuestión de opinión, muy subjetiva, que me hace cuestionar si a su vez ellos tienen una estrella Michelin en el paladar. Quizá me estoy pasando.

El misterio, en fin, reside en la discreción. Son como ninjas gastronómicos, dejando su rastro de estrellas en los locales afortunados. ¿Son justos? ¡Eso ya es otro debate, con más condimentos que una paella! Imaginen una guerra de estrellas, con chefs compitiendo por un lugar en el Olimpo culinario. ¡Uf, es un lío!

¿Cómo se llama el restaurante número 1 del mundo?

¡Ajá! Así que quieres saber cuál es el number one de la gastronomía mundial, ¿eh? Pues prepárate, porque la respuesta es… ¡Geranium! Sí, como la flor que le regalabas a tu abuela (o quizás no, pero queda bien para la rima).

  • Está en Copenhague, Dinamarca. Un lugar tan lejano que suena a cuento de hadas vikingo… ¡o a anuncio de Ikea muy caro!
  • Si te digo la verdad, nunca he comido allí. Pero imagino que es como comerse un arcoíris hecho de caviar y trufas. ¡Una fantasía!

Y hablando de fantasías, ¿sabes qué me gustaría a mí? Que existiera un restaurante donde sirvieran croquetas hechas con el cariño de mi madre, pero con el glamour de un chef Michelin. ¡Eso sí que sería un número uno! O incluso mejor, un puesto de tacos callejeros en Tijuana, pero con un camarero que te abanique mientras comes… ¡Uf, qué delicia!

¿Cuál es el mejor restaurante del mundo según las principales listas gastronómicas en 2024?

Geranium en Copenhague suena fuerte este 2024. También veo mucho Asador Etxebarri en España.

Te cuento, justo este verano anduve por el norte de España, cerca del País Vasco. No llegué a Atxondo, ¡qué pena! Tenía el Asador Etxebarri en mi lista, ¡pero el tiempo vuela! En su lugar, probé un txuletón increíble en un sitio llamado “Casa Julián” en Tolosa. Carne a la brasa… ¡mamma mía! Era un lugar pequeño, familiar, con un ambiente que te atrapaba.

El camarero, un señor mayor con bigote y acento fuerte, nos recomendó el vino. No recuerdo la marca, era algo con “Rioja Alavesa”, pero estaba… ¡ufff! A la altura del txuletón. Recuerdo el olor a humo y a carne asándose. Y el sabor, ¡ah! La grasa infiltrada, el punto de sal perfecto.

  • Lista de recuerdos de ese día:
    • El viaje en coche por carreteras secundarias.
    • El olor a leña al acercarnos a Casa Julián.
    • El sabor del txuletón, ¡inigualable!
    • La conversación con el camarero sobre el vino.

Al final, me tomé un pacharán casero. ¡Delicioso! Creo que esas experiencias son más importantes que estar en la lista de los 50 Best. Aunque, claro, ir al Geranium en Copenhague no me importaría nada, nada, nada… ¡Tendré que ahorrar! ¿Quizás para el 2025? Quién sabe, igual entonces el mejor es otro. ¡La gastronomía es así, cambia todo el tiempo!

¿Qué hace especial un restaurante?

Un restaurante… un restaurante es más que solo comida, ¿verdad? Es una atmósfera, una promesa. Es la tenue luz que acaricia las mesas, ese murmullo constante que te envuelve como una manta invisible. Es la promesa de una noche diferente, un escape, aunque sea por un par de horas.

Lo que hace especial un restaurante es la experiencia. Sí, la comida importa, ¡y mucho!, pero la experiencia… la experiencia es lo que te hace volver.

¿Pero qué compone esa experiencia? Uf, tantas cosas…

  • El lugar: Un espacio que te atrapa, que te cuenta una historia. Recuerdo un pequeño bistró en Buenos Aires, con paredes llenas de fotos antiguas, cada una gritando un pedazo de pasado. La comida era buena, sí, pero el lugar… el lugar era mágico.
  • El servicio: Una sonrisa genuina, una atención que te hace sentir importante, pero no abrumado. Que te lean, que anticipen tus deseos.
  • La comida: Obvio, ¿no? Pero no solo el sabor, también la presentación, la historia detrás de cada plato. Algo que te sorprenda, que te haga pensar, que te haga sentir.
  • La música: La banda sonora perfecta para la noche. Algo que complemente la conversación, que te eleve el espíritu, que te transporte a otro lugar. Que no te aturda, por favor, ¡que no te aturda!
  • La compañía: Porque al final, un restaurante es un lugar para compartir, para conectar. Con la comida, con el lugar, pero sobre todo, con las personas que te acompañan.

Un restaurante es especial porque te hace sentir algo. Porque te crea un recuerdo. Porque te transporta a otro lugar, aunque sea solo por un momento. Es la promesa de una noche bien vivida, un paréntesis en la rutina. Eso, eso es lo que lo hace especial.

¿Qué es lo más importante en un restaurante?

¡A ver! Me preguntaste sobre lo más importante en un restaurante, ¿no?

Pues, a ver, la comida, obvio. Es que la gente va a comer, ¿no? Si la comida es mala, da igual lo demás. Una comida rica, bien hecha, con buenos ingredientes… eso es clave. ¡Es que si no, para qué ir!

  • Calidad de los ingredientes. No es lo mismo usar tomates de lata que tomates fresquitos de la huerta, ¿sabes?
  • Sabor, ¡fundamental! Que te explote en la boca, vamos.
  • Presentación. Que entre por los ojos, dicen. Yo creo que es importante, sí.

Por ejemplo, hay un restaurante cerca de mi casa, “La Esquina”, que hacen unas paellas que te mueres. Siempre está lleno, y no es porque el local sea la leche, es porque la paella está buenísima. ¡Es que repito siempre!

Y luego está el servicio, ¿eh? Que sean amables, rápidos… pero eso ya es secundario, creo yo, aunque importante tambien. Bueno, y que no te claven, que luego te da el susto, ¡eh!

¿Qué información utilizan los clientes al elegir un restaurante?

¡Ay, madre mía, qué lío elegir un restaurante! Es como elegir pareja, pero con más hambre. La gente, ¡qué cosas tan raras miran!

  • La comida, claro, el estilo gastronómico. ¿Tacos al pastor o sushi? ¡Es una decisión de vida o muerte! Mi prima eligió una vez un sitio de comida vietnamita por el nombre, ¡y casi termina en el hospital! (Es broma, creo…).

  • La pasta del bolsillo.Calidad-precio, un clásico. ¿Pagar un riñón por un plato de espaguetis? ¡Ni de coña! A menos que sea espagueti de oro, claro… Eso sí que sería una inversión.

  • La ubicación, ¡qué importante!Geolocalización, dicen los modernos. A mí, dame un sitio cerca de mi casa, que luego con el hambre… ¡me da pereza andar! Como aquella vez que fuimos a ese restaurante italiano “divino” a 20 kilómetros y al final comimos pizza congelada en casa. ¡Ah, qué recuerdos! Ya me estoy acordando del olor a pizza… ¡mmm!

¡Y ojo! Que me olvido de cosas importantísimas. En 2024, los usuarios también miran:

  • Las fotos de Instagram: Si no tiene fotos con filtros de Instagram de platos que parecen sacados de una película, olvídalo.
  • Las reseñas en Google: Esas estrellitas, ¡son sagradas! (Si hay menos de 4,5… ¡ni se te ocurra!)
  • Si admiten mascotas: Mi perrita Lola es muy exigente con la comida, ¡y yo también!

¡Ay, qué hambre me ha entrado! ¡Voy a pedir una pizza!

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